Atípico e inquisidor, el fiscal federal Federico Delgado se convirtió en una piedra en el zapato del gobierno de Cambiemos. El abogado y licenciado en Ciencias Políticas de la UBA está acostumbrado a llevar causas resonantes, entre ellas las de los sobornos del Senado, por la que pidió el juicio oral contra el ex presidente Fernando de la Rúa, y la de la tragedia de Once.

En 2014 realizó un informe que mostraba falencias en el funcionamiento de las comisarías de la Capital Federal, lo que le valió una denuncia penal del secretario de Seguridad, Sergio Berni, y al poco tiempo impulsó una investigación contra el entonces presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, por presuntas irregularidades en la administración del presupuesto del Poder Judicial.

También se diferencia por algunos de talles de color: no usa trajes –siempre se lo ve en jean y remeras- y va a trabajar en bicicleta. Fue señalado cuando no participó de la visita que jueces y fiscales hicieron al Vaticano. Desde que Mauricio Macri llegó al poder le generó algunos dolores de cabeza. En abril lo imputó por no haber declarado que participó de empresas offshore en Bahamas y Panamá. “Hay que investigar si las escondió a propósito o se le escapó la tortuga”, dijo al respecto.

Desde el macrismo lo consideran un opositor: “No tengo la menor duda de que detrás hay una finalidad política orientada a perjudicar al presidente Macri. El fiscal Delgado pertenece a Justicia Legítima, que todos sabemos que está identificado con el kirchnerismo”, lo acusó el diputado Pablo Tonelli.

En septiembre, Delgado pidió la indagatoria del presidente de Boca, el macrista Daniel Angelici, por presunto tráfico de influencias en la Justicia.