Que las calles de Rosario están plagadas de pozos, baches y roturas no es novedad. Bien lo saben los conductores de vehículos, especialmente aquellos de pequeño porte que sufren roturas, o motociclistas que deben soportar intensos golpes con las consecuencias para sus vehículos y sus físicos.

Un auto es testigo del estado de las calles

La ocurrencia popular ha sostenido alguna vez que Rosario es la «Capital de los Baches». Tal vez semejante ironía sea demasiado, pero hará sentirla a más de uno, por ejemplo, que con su vehículo caiga en el bache de Sarmiento y Urquiza, pleno centro de la ciudad.

Este problema no es nuevo, y a pesar de los parches y soluciones de compromiso y pasajeras que se han adoptado, muy a menudo el problema fluye, pertinaz, odioso, no querido por los rosarinos y quienes visitan la ciudad.

Se ha responsabilizado de esta roturas al anegamiento por las lluvias, a la antigüedad de las calzadas y, en fin, a muchos factores que no deben ser motivo de justificación.

La intendenta de la ciudad Mónica Fein, en un encuentro con Conclusión en la Terminal de Ómnibus «Mariano Moreno», reconoció el problema y dijo que la Municipalidad se está ocupando del tema. Es necesario.