Primer papa originario del Nuevo Mundo, el argentino Jorge Bergoglio es radicalmente diferente a sus antecesores, muy marcado por el continente latinoamericano cuando aborda algunos de los temas que más le preocupan, como la injusticia social y la pobreza.

En Chile y Perú la semana próxima, en su 22º viaje al extranjero, hablará no sólo español sino que utilizará un lenguaje espiritual y cultural comprendido por todos.

«Me siento libre, nada me da miedo», dijo el papa Francisco, quien aceptó la pesada tarea de dirigir a una Iglesia mundial de 1.300 millones de católicos (entre ellos 49 por ciento del continente americano).

Sin duda es la expresión de un «Papa americano», remarcó el obispo Marcelo Sánchez Sorondo, compatriota que conoce al jesuita argentino desde hace décadas.

«América del Norte y del Sur tienen en común ser sociedades de origen europeo que tomaron conciencia de la necesidad de independencia; el sentimiento de libertad es la base común de toda América», añadió a la AFP este profesor de filosofía, canciller de las Academias pontificias de Ciencias y Ciencias Sociales.

Libertad y justicia social

Sin embargo, el sentido de libertad se diferenció entre ambas Américas a medida que el Sur se volvía más pobre.

«El papa es muy sensible al tema de la justicia social, lo que es más latino que estadounidense, de ahí su interés por las periferias con problemas», señaló Sánchez Sorondo.

El arzobispo de Buenos Aires era casi un desconocido cuando fue elegido el 13 de marzo de 2013, convirtiéndose en el primer papa que escogió el nombre de Francisco en homenaje a San Francisco de Asís, personaje ejemplar de la cristiandad dedicado al servicio de los pobres.

Originario de una familia de italianos del Piamonte, Jorge Bergoglio se convirtió en «enlace entre el Viejo Continente y el Nuevo Mundo, pero la historia dramática de la Argentina del fin del siglo XX es el telón de fondo de su trayectoria personal», dice el universitario Giovanni Maria Vian, dirigente de L´Osservatore Romano, en el prefacio a un libro titulado «Francisco, el papa americano».

El cardenal Bergoglio fue encargado de elaborar hace diez años en Aparecida (Brasil) el documento final del Consejo episcopal latinoamericano, que cada década da un marco a los obispos continentales para elegir grandes orientaciones.

En ese texto, muy conocido en América Latina, se encuentran muchos de los compromisos actuales de Francisco, indica el vaticanista del diario francés La Croix, Nicolas Senèze, en su obra «Las palabras del papa».

En Aparecida, Jorge Bergoglio se refirió a «la desigualdad escandalosa que afecta la dignidad personal», idea que «guía claramente ahora su acción como líder de la Iglesia», señala el vaticanista.

Todos los documentos de estas conferencias episcopales dieron «la prioridad a los pobres» puntualizó Sánchez Sorondo. «El papa es muy crítico del capitalismo que sacrifica los derechos humanos, lo que es típico del episcopado latinoamericano», subraya.

Es cierto que el papa polaco Juan Pablo II ya había denunciado el «capitalismo salvaje», pero Francisco «es probablemente más concreto» y aboga por «una iglesia pobre para los pobres», agrega su compatriota.

Jorge Bergoglio, verdadero pastor de terreno, recorrió las periferias desheredadas de Buenos Aires.

Y además esgrimió el ejemplo de esta megalópolis mestiza, multicultural y multirreligiosa, para proponer la acogida de migrantes a la vieja Europa.

Su experiencia de la crisis económica argentina también alimentó su visión de «la miseria en las grandes ciudades» donde se instalan campesinos que pierden sus referencias culturales.

En una serie de entrevistas acordadas al sociólogo francés Dominique Wolton, el papa lamentó que «América Latina no tenga la fuerza de reaccionar frente a las grandes explotaciones agrícolas ni la fuerza para resistir a la explotación cultural de sus propios ciudadanos».

Pueblo y piedad popular

Su visión tuvo una fuerte influencia de la «teología del pueblo», variante argentina de la teología de la liberación, no violenta y no centrada en la lucha de clases marxista.

Esta corriente valoriza la cultura y la piedad populares de la gente común. A este respecto el papa está muy conmovido por la liturgia de las culturas autóctonas, que destacará durante su viaje a Chile y Perú.

«La piedad popular es la eclosión de la memoria de un pueblo», dijo en una reciente entrevista al periodista argentino Hernán Reyes Alcaide.

Desde su llegada a Roma, el papa también ha nombrado a cardenales latinoamericanos, pues «le aportan aire de iglesias nuevas y aire de una historia de fe y también de sangre», afirmó el pontífice, que de esta forma remodela un poco a su imagen el cónclave que elegirá a su sucesor.