A través de las ceremonias religiosas en conmemoración del 25 de Mayo, obispos de distintos puntos del país hicieron hoy un llamado a la dirigencia política y a la sociedad para trabajar contra la pobreza, la corrupción y el narcotráfico.

El arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, quien encabezó el tedeum en la Catedral Metropolitana del que participó el presidente Mauricio Macri, convocó a «no perder la sensibilidad
y redoblar el esfuerzo y servicio por los más pobres», mensaje que se repitió en las ceremonias religiosas del resto del país.

«Danos coraje para crear espacio y mesas donde podamos compartir la sabiduría del diálogo, donde las ideas superen las ideologías. Que nadie se levante hasta encontrar acuerdos duraderos», pidió Poli.

Por su parte, el obispo de Gualeguaychú y presidente de la comisión episcopal de Pastoral Social, Jorge Lozano, consideró que «naturalizar la pobreza, no tener decisiones firmes para cuidar el ambiente, ser tolerantes con la corrupción y aceptar pasivamente la injusticia» no permite «plasmar ideales nobles» en la sociedad.

En el tedeum celebrado en esa ciudad entrerriana, Lozano afirmó que «la entrega generosa en la búsqueda del bien común, la dedicación al trabajo, el amor en la familia, el cuidado de los más frágiles, la solidaridad con los pobres, la vida de oración, son los senderos que llevan a construir juntos una comunidad municipal, provincial, nacional y regional, que haga pensar en grande y obrar en consecuencia».

El presidente de la Pastoral Social resaltó: «Oímos cuando percibimos sonidos, pero escuchar implica prestar atención a otro. Tenemos que escuchar tanto el clamor de los de la tierra como el clamor de los pobres , nos decía el Papa Francisco. Para ver alcanza con tener los ojos abiertos; para mirar hace falta prestar atención a otros».

El obispo de Santa Fe y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), José María Arancedo, subrayó que «la invocación religiosa es también un llamado a la responsabilidad
cívica, porque Dios no sustituye al hombre, sino que cuenta con él».

Arancedo encabezó el tedeum por el 25 de Mayo en la Catedral de Santa Fe y evaluó que la pobreza «no es un tema sólo económico», sino que «tiene raíces morales en el hombre que es el que crea estructuras injustas».

«La vigencia moral y jurídica de los valores es la mejor garantía de una sociedad libre y justa. Es por ello que las conductas de una comunidad siempre necesitan de docencia y ejemplaridad en todos sus niveles, como de una justicia independiente que las acompañe», recalcó el prelado, ante el gobernador santafesino Miguel Lifschitz.

Y agregó: «Sabemos que el bien común exige dejar de lado actitudes que ponen en primer lugar las ventajas que cada uno puede obtener, porque impulsa la búsqueda constante del bien de los demás como si fuese el bien propio».

A su turno, el obispo de Salta, Mario Cargnello, reclamó hoy a los líderes políticos «superar las ideologías» y «enfrentar a la corrupción y el narcotráfico».

En su mensaje por el 25 de Mayo, sostuvo que hay que dejar de pensar que la Patria «es un botín».

Ante el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, Cargnello hizo un llamado a la «humildad» y la «prudencia» a los
dirigentes.

«Les pido que superen las ideologías políticas para tener la humildad de saber reconocer lo que está pasando», indicó el prelado y enfatizó: «Los argentinos necesitan superar las ideologías para tener prudencia y desde ahí enfrentar a la corrupción y al narcotráfico».

Además, el arzobispo de Tucumán, Alfredo Zecca, recalcó que «la paz social es una deuda permanente» y lamentó que existan «ecos de grietas» entre los ciudadanos.

«La paz social es una deuda permanente que debemos saldar.

Hay ecos de grietas, separaciones, deseos de venganza y de una justicia que, a veces, puede ser azarosa. No es momento de profundizar las grietas sino de consolidarnos cada día más como comunidad», expresó el obispo tucumano.

En línea con sus pares, pidió que «se supere la corrupción» y analizó que «no hay plena democracia sin inclusión e integración, que son una responsabilidad de todos pero, en especial, de los dirigentes con un proyecto de país que nos cobije a todos».