El presidente de Rusia, Vladimir Putin, realizó una visita sorpresa a Siria, primer viaje al país desde el inicio del conflicto en el país árabe en 2011, donde en compañía de su homólogo Bashar al Assad ordenó el inicio de la retirada de las fuerzas rusas desplegadas en ese país.

El jefe del Kremlin habló ante los militares de esa base aérea desplegada en la provincia costera de Latakia, y en presencia de Al Assad, el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, y el comandante del contingente militar ruso en el país árabe, Serguei Surovikin.

«A lo largo de dos años y medio, las Fuerzas Armadas de Rusia junto con el Ejército sirio destruyeron a los grupos terroristas internacionales más potentes militarmente», dijo Putin.

La llegada del mandatario ruso a Siria no estaba prevista ni anunciada por Moscú, que sí había anticipado que hoy Putin realizaría visitas oficiales a Egipto y Turquía para analizar la situación de la región desatada a partir de la decisión de Estados Unidos de trasladar su sede diplomática a Jerusalén.

Para Putin ya están creadas «las condiciones para un arreglo político» a la crisis de Siria «bajo la égida de la ONU» y «los refugiados están regresando a sus casas», aunque advirtió que «si los terroristas levantan la cabeza de nuevo, les golpearemos de tal forma como nunca la han visto».

Es la primera vez que Putin pisa suelo sirio desde que comenzó el conflicto en marzo de 2011, primero con el levantamiento de varios grupos opositores contra Al Assad, y con el tiempo derivó en un complejo conflicto donde un heterogéneo arco de grupos opositores, entre ellos el Estado Islámico, combatían entre ellos y contra el gobierno central de Damasco.

En 2015 Rusia comenzó su intervención en Siria para apoyar a las fuerzas gubernamentales, lo que constituyó un cambio radical del conflicto ya que desde entonces el curso de la guerra se caracterizó por las sucesivas derrotas de los yihadistas.

En marzo de 2016, el presidente ruso ya informó sobre la retirada de una parte de las fuerzas rusas enviadas a Siria al constatar la mejora de la situación, y el pasado 6 de diciembre anunció la completa derrota del Estado Islámico en Siria al ser destruidas las últimas posiciones yihadistas a ambos lados del río Éufrates.

Pueden quedar -dijo- «algunos focos de resistencia, pero, a grandes rasgos, los combates en esta fase y en ese territorio han concluido con nuestra victoria y la derrota sobre los terroristas».

Bashar al Assad agradeció a su homólogo ruso y protector la ayuda prestada en este conflicto y aseguró que su pueblo siempre la recordará, según un comunicado de la Presidencia siria.

El jueves pasado, ambos líderes mantuvieron una conversación telefónica en la que expresaron su preocupación por la decisión del presidente estadounidense Donald Trump de reconocer Jerusalén como la capital de Israel y su decisión de trasladar la Embajada del país de Tel Aviv a la Ciudad Santa.

Moscú y Ankara condenaron en términos tajantes la decisión estadounidense adoptada en contravención de las resoluciones de Naciones Unidas.