Por Aldo Battisacco (Textos) y Salvador Hamoui (Fotos) – Enviados especiales a Tucumán

A algo más de 20 días de los 200 años de la independencia, Conclusión está presente en San Miguel de Tucumán, sede de los principales actos el 9 de julio, pero epicentro este fin de semana del Congreso Eucarístico Nacional, donde los principales referentes de la iglesia católica se reúnen en el Jardín de la República. Así, una de las visitas destacadas es la de monseñor Eduardo Martín, arzobispo de Rosario.

La máxima autoridad de la iglesia católica en Rosario destacó la cordialidad del pueblo tucumano, a todos los peregrinos, obispos y sacerdotes presentes. Además, señaló que 75 mil personas asistieron a la misa inaugural del Congreso Eucarístico de la que participaron fieles de todo el país para celebrar juntos la fe y en ella la presencia real de Cristo en la eucaristía y para renovar la entrega a Cristo y ponerlo como fundamento de todo camino humano.

Conclusión dialogó con monseñor Martín, quien dejó un cálido mensaje para los argentinos y en especial para los fieles de su diócesis.

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—Un lugar tan emblemático como Tucumán y de gestas populares y emancipación, ¿ofrece como idea una misma propuesta para la vida social y la espiritualidad?

—Sí, debemos liberarnos del egoísmo, del individualismo y de todo aquello que corrompe a la persona y a la sociedad. Pero el punto central de esto es como nos liberamos de donde la fuerza y el temple para no claudicar en el bien. Y esa fuerza está en Jesús. Y dice el evangelio que lo que ensucia el corazón del hombre es lo que sale del corazón, envidias, peleas, crímenes, por eso es necesario sanar el corazón. Argentina necesitó volver a Jesucristo y retomar caminos de justicia y paz.

—Los altos prelados de la iglesia destacan y rescatan permanentemente las palabras del papa Francisco, que refiere a la Justicia. ¿Si la Justicia libera el espíritu de quien la otorga y quien la recibe, cuál tendría que ser el gesto para que la paz sea conquistada cuando no hay Justicia?

—Hay una deuda de Justicia evidentemente, que no es de ahora, es de años y esto potencia la posibilidad para todos los argentinos y en especial Rosario, para quienes tienen máxima responsabilidad generen condiciones para el trabajo, y esto es lo decisivo. Cuando no hay trabajo la persona no puede desarrollar sus dones y no puede llevar el pan a su casa y esto genera esclavitud y males peores. Esto es lo fundamental para lograr la paz hoy. Queremos y necesitamos Justicia y paz. Pero algo que es fundamental también es la misericordia, como lo rescata el Papa, porque esta no se opone a la Justicia pero va más allá de la Justicia. Porque es lo que Dios hace con nosotros, porque a pesar de pecar nos perdona, y al recibirlo somos redimidos y nos da capacidad para perdonar y trabajar también para buscar el bien de los otros. Necesitamos sanar heridas en la familia, amigos, vecinos, en la sociedad toda. Esto es lo mejor que nos puede pasar, que nos abracen y digan a pesar de todo te sigo queriendo y nosotros poder hacer lo mismo, pero esto lo necesita toda la sociedad.

—A 200 años de la Independencia, pero también una reafirmación de la fe, ¿será para el país un nuevo Tucumán de la fe la esperanza emancipadora y libertaria?

—Ciertamente el evangelio llegó en un encuentro de culturas, con luces y sombras, pero nació una cultura nueva, esa del rostro mestizo como lo rescatan los obispos de Puebla que acogió el evangelio y nació este cristianismo de catolicismo de América Ibérica. La patria nació con la presencia de muchos cristianos católicos, porque la declaración de la independencia en el Congreso de Tucumán tuvo un 33% de los congresistas sacerdotes, lo que nos da como mensaje que la iglesia siempre estuvo en el origen de la emancipación y de la libertad de nuestra patria. A los rosarinos les pido en particular que se unan en sus parroquias porque todos somos el mismo cuerpo y un solo pueblo.