Violentos bombardeos volvieron a golpear hoy Alepo, epicentro del conflicto sirio, muy lejos de Nueva York, donde las negociaciones para reanudar la tregua atravesaban dificultades por las diferencias entre rusos y estadounidenses.

El Consejo de Seguridad de la ONU debatirá hoy sobre Siria y el fracaso del enésimo alto el fuego, decretado el 9 de septiembre.

Los jefes de la diplomacia estadounidense y ruso, John Kerry y Sergei Lavrov, artífices de la tregua, intervendrán durante esa reunión. Sin embargo, la actitud de buena voluntad que mostraban hace una semana parece haberse evaporado con la reanudación de los bombardeos y los combates en varios frentes de la guerra.

Las bombas devastaron en la madrugada del miércoles un centro médico, matando al menos cuatro enfermeros y conductores de ambulancia sirios, en el sur de Alepo.

Los edificios médicos «se hundieron y están completamente destruidos», indicó la Unión de las Organizaciones de Socorros y de Cuidados Médicos, que dirige el centro.

Esta ONG, con sede en Francia, agrupa a los médicos de la diáspora siria que ejercen en las zonas rebeldes. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) afirmó por su parte que el bombardeo mató además a «nueve miembros del Ejército de la Conquista», que trabajaban en el centro médico.

Este grupo rebelde incluye al Frente Fateh al Cham (ex brazo sirio de Al Qaeda) y a otros grupos islamistas. No se determinó la nacionalidad de los aviones que llevaron a cabo el bombardeo, pero las fuerzas aéreas del régimen y de su aliado ruso suelen atacar la provincia de Alepo.

Según la Organización Mundial de la Salud, Siria es el país más peligroso para el personal de salud, con 135 ataques contra centros médicos en 2015.

Lluvia de obuses en Alepo 

En la madrugada del miércoles se produjeron decenas de bombardeos contra Alepo y los alrededores de esta ciudad, dividida entre leales al régimen y rebeldes, informaron un corresponsal de la AFP y una oenegé.

El periodista de la AFP en la parte rebelde de la segunda ciudad de Siria constató «al menos 100» explosiones desde la medianoche hasta las 5 de la madrugada.

Un inmueble de seis pisos quedó completamente derribado en el barrio rebelde de Sukari, según él. «Sólo había dos hermanos dentro del edificio», indicó a la AFP Abu Ahmad, residente en un edificio vecino, mientras apartaba los escombros de la vereda.

«Los había visitado una hora antes del bombardeo, tomamos juntos el té y ahora están muertos», lamentó. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) informó de «decenas de bombardeos» en la metrópolis y en sus alrededores, sin aportar un balance de víctimas.

Acusan a Moscú 

En Nueva York, al margen de la Asamblea General de la ONU, Rusia y Estados Unidos se enfrentaron por la responsabilidad del bombardeo aéreo dirigido en la víspera contra un convoy humanitario de Naciones Unidas en Alepo.

La Casa Blanca culpó al gobierno ruso de ser el responsable del bombardeo, subrayando que únicamente Moscú o el régimen sirio podían estar detrás del ataque.

Un responsable estadounidense que pidió el anonimato declaró que según su «mejor estimación […] fueron los rusos quienes dirigieron este bombardeo» y que dos bombardeos rusos SU-24 estaban en la zona en ese momento.

Sin embargo, la diplomacia rusa condenó «con indignación y cólera» unas acusaciones «sin fundamento y precipitadas», lanzadas por «protectores de terroristas y de bandidos».

Unas 20 personas, incluyendo un responsable de la Luna Media Roja, murieron en este ataque, que comportó la suspensión del envío de ayuda de la ONU, que apenas había comenzado.

En su última intervención en la tribuna de Naciones Unidas, el presidente estadounidense, Barack Obama, se comprometió a «proseguir con el difícil trabajo de la diplomacia» sobre la guerra en Siria.

Como John Kerry, para quien «el alto el fuego no está muerto», la diplomacia estadounidense quiere mantener a toda costa el diálogo con Moscú para encontrar una salida diplomática al conflicto sirio.

El acuerdo rusoestadounidense de Ginebra preveía un cese de las hostilidades durante siete días a partir del 12 de septiembre, la entrega de ayuda humanitaria y la cooperación militar de Washington y Moscú contra los yihadistas a través de un centro de coordinación.