La planta de GGM de Flores, Buenos Aires, se encuentra cerrada desde hace dos meses. A pesar de que sus 280 operarios no recibieron notificación alguna, sólo dejaron de percibir sus ingresos y los dueños no dieron más señales en el último tiempo.

Por este motivo, los trabajadores ocuparon la planta y cocinan ollas populares. “La gente tiene hambre”, señaló Mario López, uno de los delegados.

La asamblea de trabajadores votó ocupar la planta para ver si la maniobra activa alguna respuesta por parte del “fantasmal” empresario.

El Gobierno nacional sólo terció para que el gremio, los empresarios y representantes del Ministerio de Trabajo no apliquen despidos ni suspensiones sino que se reduzca al 50% la jornada laboral de los operarios, cobrando la mitad del salario más un porcentual de una deuda, pero eso venció hace mucho.

La medida se cumplió hasta el 31 de marzo, momento en que se activaron las suspensiones y la fábrica se paralizó por incumplimiento en el pago de los salarios por parte del dueño de la empresa.

“La gente tiene hambre y fuimos unos 150 compañeros que en asamblea decidimos dar este paso para, en lo posible, el día de mañana empezar a generar recursos, porque tenemos hambre”, agregó López.

Para pasar los días de espera, en las instalaciones ya se iniciaron las ollas populares y empezaron a recibir distintas visitas. De hecho ya pasó por la planta el intendente local, Ramón Canosa, a quien se le volvió a reclamar una negociación para reactivar la empresa.