La precariedad laboral, que fue creciendo a partir de 2010, se acentuó en lo que va de 2016, y ya golpea al 54,1% de los trabajadores ocupados, de acuerdo a la Encuesta de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). En 2010 era del 50,6% y en 2015, del 52,5%.

Luego de una presentación del rector de la UCA, Monseñor Víctor Fernández, el Informe que se difundió este jueves precisa que al tercer trimestre de este año “se confirma una caída del empleo pleno, incluso del empleo precario, teniendo como correlato un aumento en el subempleo inestable y en la tasa de desempleo”. Y agrega que “en igual sentido se observa un aumento significativo en el riesgo de desempleo y la percepción de los ocupados de considerar altamente difícil conseguir un empleo similar en caso de perder su actual trabajo”.

Esta pérdida de los empleos plenos golpeó con mucho fuerza a los ocupados del Gran Buenos Aires. De un 38,6% de empleos plenos en 2010, cayó al 33,7% en 2015 para volver a caer en 2016 a apenas el 32,4%. También el GBA sintió fuerte el incremento de la desocupación: creció del 9,7% en 2015 al 11,2% en 2016.

Jóvenes y mujeres, los más afectados

En el tercer trimestre de este año, la desocupación afectó al 9,9% de la población activa, medio punto por encima del 9,4% de 2015, de acuerdo a la medición del Observatorio de la Deuda Social de la UCA. Son 1,4 puntos porcentuales por encima del 8,5% lo informado por el Indec.

Proyectado a todo el país el dato de la UCA equivale a casi 1,8 millón de desocupados.

La desocupación golpea con mayor fuerza a las mujeres y a los jóvenes, con un desempleo del 17,3% entre los que tienen entre 18 y 34 años, y del 14,4% entre las mujeres, mientras entre los varones es del 6,7%.

Agustín Salvia señaló que “en tanto se mantenga el actual escenario recesivo, sólo cabe esperar un aumento del desempleo, de los trabajos de subsistencia y de la precariedad laboral, y por lo tanto, de las desigualdades estructurales que afectan al mercado de trabajo, con efectos directos sobre la pobreza”. No obstante, aclaró que “no hay evidencias de una crisis ocupacional, pero tampoco que estén ocurriendo mejoras. Quizás se haya llegado a un piso de deterioro laboral, pero un cambio de rumbo no sólo necesitará de inversiones, sino también de políticas que reactiven el mercado interno”.