Por Guido Brunet

El soldado Mario Francione viajó a las Malvinas para combatir en 1982 y regresó en 2016. Más de tres décadas después pudo sentir esa misma tierra en sus pies y revivir muchos de los momentos por lo que atravesó en aquellos días de combate.

Francione vive en la localidad bonaerense de Lanús y decidió volver a las islas junto con un grupo del Centro de Veteranos de aquella ciudad. Estos viajes se realizan desde 2012 financiados por el Municipio, que mediante sorteo elige a dos conjuntos de veteranos para realizar dos viajes al año. En 2016 fue el turno de Mario.

En diálogo con Conclusión, Francione relató: “Al principio no quería ir porque no soportaba tener que presentar pasaporte, pero con los años cambié de idea. No me quería morir sin cerrar un círculo”.

Mario expresa que lo que más lo impresionó fue la cantidad de banderas del Reino Unido, “en las casas, en los autos, en las pelotas de los chicos, donde mirabas había una bandera del Reino Unido. Nunca había visto el grado de propiedad que tienen sobre la isla”.

Sin embargo en aquel viaje también flameó la bandera argentina. Si bien estaba expresamente prohibido por el gobierno inglés para que no sea tomado como una provocación por los kelpers, los lanusenses se las arreglaron para hacer relucir la insignia patria en aquel suelo por el que tanto lucharon.

Pero Mario no se conforma. “Fue un acto del momento, pero la bandera que sigue flameando es la de ellos”, expresa entre la bronca y el dolor.

 

El grupo recorrió los diversos sectores de las Islas, esos que Mario conoce al dedillo por su trabajo de logística durante la guerra. Y los reconoció al instante después de arribar. Esos caminos nunca se le borraron de su mente.

El trayecto incluyó Puerto Argentino o Stanley; Darwin y San Carlos los cementerios argentinos e ingleses en la Isla Soledad; el monte Dos Hermanas, donde se libró una de las últimas batallas de la guerra y Monte Kent, en el cual también se luchó; entre otros rincones de la Islas.

Uno de los momentos más impresionantes para Francione fue acudir al cementerio de Darwin. En ese lugar donde descansan los restos de 230 hombres, yace un amigo de Mario. Un joven con el que compartió muchos momentos en Lanús y con quien coincidió en las Islas. Su amigo murió a la semana de llegar y Mario debió traer sus pertenencias. La tumba lleva su nombre, el de Alejandro Vargas, aunque otras cruces rezan la frase “Solado sólo conocido por Dios”. “No hay NN. Hay 649 héroes caídos”, enfatiza Mario.

Por todo eso, “me arrepiento de haber ido”, dice firme Mario. “A todos nos pega de distinta manera. En mi caso yo no volvería. Si me hubiese podido volver al primer día, lo hubiese hecho”, completa el veterano.

Otra de las cuestiones que más impactó a Francione fue el hecho que de que aún se observen en los campos los cables que se utilizaban durante la guerra para la comunicación. También comenta que pudo traer consigo un manojo de tierra y algunas piedras para que al menos una porción de las islas permanezcan en manos argentinas.

Una mala pasada del destino

Mario tenía 18 años recién cumplidos cuando fue a Malvinas, edad frecuente entre los enviados a la guerra. Pero la historia de su llegada allí está signada por la mala fortuna. Ya que si hubiese nacido apenas cinco días después no hubiese sido convocado para la Colimba. Además, por recomendación de un amigo, se presentó un día tarde creyendo que de esta forma lo iban a enviar a La Plata, en lugar de Ushuaia. Fue exactamente al revés. Su destino fue el sur y de allí, Malvinas.

Francione formaba parte del Batallón Logístico 9, que contaba con 85 soldados en las islas. Su labor principal fue la de conducir el camión que debía trasladar a los soldados heridos o caídos. Por lo que debió observar lo más terrible de la guerra a pocos metros y arriesgarse en cada acción de rescate de sus compañeros, cuando “las bombas caían al lado”.

Por su actividad dentro de las tropas argentinas, al finalizar la guerra, fue obligado por los ingleses a permanecer diez días más en las islas para colaborar con los traslados. Esos días compartió muchas horas en un vehículo con un soldado, que a pesar de ser enemigos, nunca lo agredió. “Me preguntó cuánto me pagaba el gobierno, yo les dije que no nos daban dinero y me dijo que estaba loco por arriesgar mi vida gratis”.

“El soldado inglés me dijo que estaba loco por arriesgar mi vida gratis”

Desde 2010 Mario participa en el Centro de Veteranos de Lanús, donde ocupó varios cargos, actualmente se desempeña como tesorero y este domingo Francione será uno de los representantes de los ex combatientes que se reunirán con el presidente Mauricio Macri en la reunión convocada por el mandatario.

Por último, de esta gran tragedia Francione destaca que “es nuestra historia y tenemos la suerte de poder escucharlo de boca de quien estuvo allí, no de un tercero, para aprender en el futuro. Y que algún día las próximas generaciones puedan disfrutar de las Malvinas Argentinas por las vías pacíficas, como debió haber sido siempre, sin la muerte de nadie. Ni de un lado ni del otro, porque en la guerra no gana nadie”.