Por Fabrizio Turturici

 

“Siempre pertenecí a la oposición constructiva. Salvo contra las mafias, a las que busco desmantelar”, advierte Gustavo Vera, legislador porteño de Bien Común y titular de La Alameda, una ONG incansable en la lucha contra la esclavitud en todas sus formas.

En un reportaje exclusivo con Conclusión, Vera, con la paciencia inconfundible del maestro de grado que es, pero con una contundencia en sus críticas y sin perder énfasis en sus denuncias, avisó que, aunque todavía falta un poco, “estamos caminando hacia una especie de narcocracia”.

Sostuvo que el macrismo no se diferencia del kirchnerismo en la lucha contra el narcotráfico. Sobre las medidas económicas de Macri dijo, sin vueltas, que lo distancian del pensamiento de Francisco y que él, personalmente, está en desacuerdo.

El líder social y legislador, es un actor fundamental de la vida política argentina, aunque a veces pase desapercibido del andamiaje mediático-comunicacional. No obstante, en su haber, tiene una pila entera de denuncias presentadas a nivel judicial, desentrañando las raíces del narcotráfico y la corrupción.

Sobre el final de la nota, el activista social habló del Papa, con el que lo une “una relación de amistad y causas comunes”. El apóstol de Francisco —como suelen llamarlo por sus repetidas visitas a la Santa Sede— analizó también el fenómeno que se generó por el regalo del sumo pontífice a la controvertida Milagro Sala.

Acostumbrado a jugar fuerte de entrada, Vera mueve sus primeras fichas en el tablero de la política nacional, sin perder el foco en ningún momento: “El narcotráfico tiene sus aliados en la Policía, en la Justicia y en la política. Hemos dado un pasito en el sentido de la descomposición”, analizó.

—¿Argentina está dominada por el narcotráfico?

—Lo más adecuado sería decir que Argentina está infectada por el mismo. Hay un importante nivel de corrupción que atraviesa transversalmente el aparato del Estado y que hace posible este crecimiento, ya no sólo a nivel de tránsito sino de consumo y producción.

—Entonces, ¿dónde tiene sus motores que lo hacen funcionar?

—Los motores más rentables para los carteles en Argentina son: la facilidad extraordinaria para lavar dinero (a través del fútbol, del juego, de las inmobiliarias, de sociedades anónimas sin ningún tipo de control y muchas más). Estas máquinas para lavar activos a veces son auspiciadas —y de alguna manera consentidas— por el Estado. Hay facilidad también para exportar precursores químicos prohibidos, como la efedrina, y triangularla con algunos países.

—¿Piensa que el narcotráfico está arraigado en la Policía, la Justicia y la política?

—Sí, en todas partes el narcotráfico tiene, de alguna manera, aliados o cómplices. Desde el punto de vista técnico, somos el primer consumidor latinoamericano de cocaína y tercer exportador mundial, según dijo la ONU. En Argentina hay más de dos mil pistas clandestinas de aterrizaje (muchas en el noroeste y noreste) y no hay una política seria de combate. Ni al narcotráfico ni de incautación de los bienes, ni de desmantelamiento de los activos, ni de prevención, ni de rescate y reparación a las víctimas… O sea, todo esto y más son los factores que agravan la situación del país.

—¿Se podría decir, tristemente, que se camina hacia un Narcoestado?

—Estamos caminando hacia una especie de narcocracia, pero todavía falta un poco. Aunque hay algunos síntomas preocupantes, como que se haya confirmado a toda la plana mayor de la Policía Federal del gobierno anterior. Es inexplicable la decisión de mantener a (Néstor) Roncaglia, (Eduardo) Tébez, (Román) Di Santo y otros que, bajo su gestión, dejaron crecer al narcotráfico de manera impresionante. No solamente que los mantienen sino que además le dan la dirección de inteligencia en la AFI sobre crimen organizado, trata y lavado de dinero, nada más ni menos que a un comisario amigo de Roncaglia: Edgardo Aoun. Con lo cual, es la primera vez en la historia que tenemos en altos cargos a comisarios recaudadores (o recomendados por recaudadores) que se ocupan nada más ni menos que de la inteligencia del Estado. Hemos dado un pasito en el sentido de la descomposición.

—¿Cuánta responsabilidad tuvo el kirchnerismo en el narcotráfico? ¿El macrismo está caminando en el sentido correcto?

—Me parece que está yendo en el mismo sentido. No hay muchas diferencias: si confirmás a los mismos jefes de la Federal… Si decís que vas a hacer una Ley de Derribo pero te funcionan solamente tres Pucará, con suerte, mientras los radares están activos nada más que seis horas… Si no tenés centros de recuperación de adictos… Si no apuntás a una reinserción laboral… Si en la Inspección General de la Justicia ponés a un dirigente de fútbol amigo (Daniel Angelici), que viene justamente de uno de los lugares donde más se lava dinero… Entonces, ¿qué diferencias hay?

—¿Se está perdiendo una batalla o la guerra entera?

—No sé, lo rescatable es que los partidos se vieron obligados a tratar el tema del narcotráfico integrándolo en la agenda política, ya que antes era un mero capítulo policial. Ahora se está tratando como una necesidad de Estado; pero, del dicho al hecho, todavía hay mucho trecho. Hay cierto despertar en la conciencia social con respecto al peligro que tenemos de caer en situaciones como las de México y Colombia. Ese proceso de concientización está en un estado madurativo y de transición. Aunque se sigue notando una distancia importante entre lo que dicen los políticos y lo que verdaderamente hacen.

—¿Tres medidas principales que deberían tomarse para combatir al narcotráfico?

—La primera es incautar los bienes de los narcos, siguiendo la ruta del dinero: si desmantelas su economía, estás ganando gran parte de la batalla. Pero hay que tener decisión política, ya que no está encuadrado dentro del Código Penal. Generalmente, se quedan en la puerta del búnker y casi nunca suben arriba para ver las ramificaciones del poder. La segunda es crear centros estatales de recuperación de adictos y anexarlo con reinserción laboral. Y la tercera (y clave) es la sindicalización de las fuerzas de seguridad: que los policías corruptos sean denunciados por policías de base sin temor a ser echados. Para eso hay un fallo importante en la Corte Suprema, desde diciembre, que establece que los gendarmes tengan que cobrar un 100% del salario remunerativo. Si esto se extiende a demás fuerzas de seguridad, se puede generar un conflicto de recaudación de caja negra muy grande, ya que la mayoría de los policías cobran en negro. Y ese “negro” proviene de la recaudación mafiosa del crimen organizado.

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«La gente escucha más al Papa que a los políticos»

—¿El Papa es un líder –además de religioso- político?

—Es un líder religioso que con su mensaje franciscano, inevitablemente, impacta en el sistema político. Ya que el mensaje franciscano llama a ser administrador responsable de la casa común y a vivir en concordancia y armonía con los ecosistemas y la biodiversidad. Por ende, algo tan sencillo y humanitario se convierte en un mensaje radicalizado en una sociedad que basa su estructura en la máxima ganancia, mientras va degradando al ecosistema. Sus repercusiones tienen incidencia tremenda en los países periféricos, a niveles de pobreza y vulnerabilidad, que generan condiciones malignas como el trabajo esclavo entre los nichos del capitalismo aventurero.

—¿Se lo escucha a Francisco en Argentina o se hacen oídos sordos a sus consejos?

—La gente lo escucha más que los políticos y que los medios hegemónicos de comunicación que hoy buscan demonizarlo. El pueblo es el que está orgulloso de tener un líder moral que incide en los asuntos mundiales. El Papa es el argentino más importante de nuestra historia: cuando nuestros tataranietos lean libros de historia, antes que San Martín, Rosas, Perón o Balbín, va a estar Francisco. El tema es que, como lo estamos viviendo en tiempo presente, no tenemos la capacidad de dimensionar lo que significa. Cuando Francisco ponga un pie en Argentina, nos vamos a dar cuenta de las millones de personas que saldrán de debajo de las piedras.

«Los medios hegemónicos de comunicación buscan demonizar al Papa»

—Usted dijo que entre Macri y el Papa hubo muchos desaires…

—Sí, dije eso, absolutamente. El presidente se ausentó a una convocatoria con los alcaldes de todo el mundo para firmar una declaración para que la trata de personas sea considerada un crimen de lesa humanidad. La vicepresidenta (Gabriela Michetti) tampoco fue, así que pasamos un papelón internacional, donde no concurrió a esa cumbre ni un referente del país originario del Papa.

«El gesto de enviarle el rosario a Milagro Sala fue de misericordia y preocupación»

 

—Desde su punto de vista, ¿cuáles son las diferencias que alejan a Macri de Francisco?

—Si revisás las medidas económicas que se están tomando, te vas a dar cuenta solo. No hace falta que te lo diga.

—¿Cómo vio el gesto del Papa enviándole un rosario a Milagro Sala?

—Como un gesto de misericordia y preocupación. Preocupación no porque se investigue si cometió un delito, sino para que se mida con la misma vara a todas las personas.

—¿Se refiere a alguien en particular?

—Sturzenegger (Federico, presidente del BCRA) está procesado con confirmación de cámara en la Corte Suprema de la Justicia y nunca pisó un calabozo, porque se le garantiza su derecho a defensa hasta la sentencia judicial definitiva. Y acá estamos hablando de 50 mil millones de pesos, una cifra que supera largamente a “lo que dicen” que se llevó Milagro Sala. También están (Juan Pablo) Schiavi y (Ricardo) Jaime, condenados a prisión efectiva por la Tragedia de Once y por todo lo que curraron con (Claudio) Cirigliano, que también está condenado… Y sin embargo, a ellos se les garantiza el derecho a defensa, mientras permanecen en libertad. Entonces, parece que si sos de Puerto Madero y venís de la casta política, tenés algunos derechos. En cambio, si sos oscuro y venís de una organización social, tenés otro trato. Y con esto no digo que Milagro Sala sea inocente ni mucho menos, estoy diciendo que no se aplican las mismas varas ni medidas.

—¿Qué opina de los primeros meses del nuevo Gobierno?

—Estoy en desacuerdo con las primeras medidas, pero todo el mundo puede cambiar. De hecho, hay un escenario plural que se creó con la voluntad popular. No sólo a nivel social, sino también a nivel de parlamentarios, gobernadores, a nivel incluso Justicia, para que empiece a ser un poder independiente y deje de estar colonizada por los punteros del gobierno de turno. Quizás, todo esto genere una instancia de diálogos y acuerdos en el futuro, que ojalá nos haga bien a los argentinos.