Miles de zimbabuenses salieron a la calle en Harare para pedir la renuncia del presidente Robert Mugabe, abandonado poco a poco por sus más fieles aliados, en una movilización apoyada por el ejército, que tomó el control del país.

La protesta anti-Mugabe cierra una semana de crisis política sin precedentes en Zimbabue, donde las Fuerzas Armadas pusieron bajo arresto domiciliario al jefe de Estado, de 93 años, en el poder desde 1980.

La intervención del ejército representa un giro en el largo reinado de Mugabe, marcado por la represión de cualquier oposición y una grave crisis económica. «Demasiado es demasiado, Mugabe tiene que irse» y «Descansa en paz Mugabe» se podía leer en las pancartas que enarbolaron los manifestantes, una parte de los cuales se dirigió hacia el palacio presidencial, en el centro de la capital.

Allí, militares fuertemente armados les bloquearon el paso provocando su incomprensión. «No es justo. ¿Por qué los soldados nos impiden ir al palacio presidencial?», se indignaba Rutendo Maisiri, una desempleada de 26 años. Finalmente, la multitud se dispersó en calma.

Tras la masiva protesta, la televisión estatal anunció que Mugabe se reunirá el domingo con los jefes del ejército en un intento de poner fin a la crisis.

Por su parte, fuentes del partido gubernamental ZANU-PF informaron que mantendrán una reunión ese mismo día para discutir del cese de Mugabe como presidente el país y líder del partido.

El decano de los jefes de Estado en activo está cada vez más aislado, después de que sus más fieles aliados lo hayan ido abandonando: después del ejército y de los veteranos de la guerra de la independencia, fueron las secciones regionales del ZANU-PF las que pidieron el viernes que dimitiera.

La protesta del sábado fue organizada por los veteranos de guerra -ineludibles actores de la vida política del país- y movimientos de la sociedad civil, entre ellos el grupo ThisFlag del pastor Ewan Mawarire, una de las figuras clave del movimiento anti-Mugabe reprimido en 2016 por las fuerzas de seguridad.

Stephanus Krynauw, un granjero blanco expulsado durante la polémica reforma agraria impulsada por Mugabe en 2000, también salió a la calle. «Hace mucho tiempo que algo así no sucedía, estar juntos», la mayoría negra y la minoría blanca, descendiente de los colonos británicos, celebraba.