En las últimas semanas la situación laboral de los jóvenes del país ocupó lugar en noticias, opiniones, columnas e incluso fuera del marco periodístico, con variadas menciones en redes sociales. Este hecho es atribuible, por un lado, a que Argentina posee la «tasa más alta de desempleo de Latinoamérica», según un informe sobre Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD); a su vez que el desempleo juvenil duplica o triplica (varía según la metodología de medición) la tasa de desempleo general en el país. El 19,7%, de las mujeres menores de 29 años no tiene trabajo y son 251.134. El 14,8% de los varones de esa misma franja están desocupados y son 292.692, según datos del Indec. Estos cálculos tuvieron su constatación empírica en la masiva convocatoria a la Expo Empleo Joven, una feria organizada por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires la semana pasada a la que asistieron 175.000 personas con la expectativa de lograr alguno de los 11.000 puestos de trabajo que ofrecían 165 empresas presentes en la feria. Los asistentes tuvieron así la chance de verse cara a cara con los seleccionadores en los stands, tener entrevistas grupales que se llevaron a cabo, cargar su CV en las páginas web de las empresas, o también de dejar el CV en papel.

En lo que refiere a políticas destinadas al empleo juvenil, esto se suma al lanzamiento, el pasado día del trabajador, del Programa de Inserción Laboral (Plan Empalme) que permite a los empresarios privados contar con un subsidio para pagar salarios cuando contraten a trabajadores desocupados que reciben una ayuda económica estatal, y de este modo «convertir los planes sociales en empleo registrado».

A partir de estos datos y episodios, y de la controversia de esta iniciativa que generó por un lado la movilización del aparato macrista para fomentarla y publicitarla y, por otro, las críticas de la oposición que la señaló como la prueba fehaciente del fracaso en términos de generación de empleo, el centro de estudios Cepa (Centro de Economía Política Argentina) elaboró un informe sobre el tema.

El mismo señala que «esta política no es novedosa para el mercado laboral de nuestro país. La misma había sido implementada desde 2010, durante la gestión anterior al frente del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTEySS). Resulta una iniciativa útil, pero de escaso efecto en un escenario donde el mercado de trabajo expulsa trabajadores. El Gobierno pretende modificar el comportamiento del mundo laboral, insistiendo en el diagnóstico del elevado costo del empleo. Pero lo que se observa es que frente a la profunda retracción económica, la demanda de trabajadores no se dinamiza. Para ello, resulta relevante revisar las potencialidades y limitaciones que esta medida conlleva en términos de generación de empleo».

En este marco, Cepa hace un análisis tomando la base de datos del Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo, desde 2011 en adelante y relacionando su evolución con la creación de empleo neto en el sector privado argentino. Se observa que «los nuevos puestos registrados ascendieron a 243.308, mientras que cayeron los beneficiarios del Programa Jóvenes en 8.337 personas, entre 2011 y 2015. En este período la variación del empleo privado registrado tuvo siempre guarismos positivos y un promedio de 1,73% anual acumulativo.

Lo que resulta aún más relevante es observar la cantidad de trabajadores que efectivamente se desvincularon del Programa por la obtención de empleo registrado: si se observa la tasa de desvinculación, los guarismos se ubican entre el 4,8% y el 5,7% de los beneficiarios por año», señala el informe.

Y advierte un  cambio de dinámica desde 2016: no sólo disminuye la cantidad de trabajadores registrados en 44.818 personas (la variación del empleo muestra un resultado negativo, de -0,72% interanual), sino que también cae la cantidad de beneficiarios del programa, en un total de 5.981 casos. Adicionalmente se reduce también la tasa de desvinculación del Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo al empleo registrado en 2016, a sólo 3,34%.

A modo de conclusión, el informe deja algunos comentarios finales:

  • En función de los datos expuestos, se evidencia que sólo la creación genuina de puestos de trabajo (y particularmente en el sector privado) es el mecanismo elemental para lograr la reducción de personas cubiertas por programas sociales.
  • Difícilmente sea posible lograr un traspaso al empleo registrado en etapas de estancamiento económico y ausencia de generación de empleo, como ocurre en 2016 donde el sector privado destruyó más de 40 mil empleos registrados.
  • Ante la depresión de la demanda agregada y la inexistencia de voluntad de contratación de nuevas plantillas (fundamentalmente esa resistencia es ostensible entre grandes empresas, que despidieron a cerca del 90% de los trabajadores en 2016) este tipo de iniciativas que apuntan a “empalmar” la ayuda del estado con el salario pagado por las empresas, sólo terminan oficiando de transferencia monetaria o subsidio empresarial indiscriminado.
  • En el Plan Empalme la combinación de planes sociales con empleo registrado de manera indiscriminada es, llanamente, reducción de costo laboral.