La tensión en la CGT subió un escalón por las diferencias internas respecto de la marcha convocada para el 22 de agosto contra el Gobierno. El núcleo mayoritario de gremios mantuvo ayer una reunión secreta para definir su postura y acordó esperar hasta después de las elecciones de este domingo. En caso de una eventual derrota de Cambiemos promoverá la suspensión de la protesta pese a la resolución de otros sectores de hacerla.

Con la mayor reserva se desarrolló durante varias horas un encuentro del que participaron uno de los miembros del triunvirato de líderes de la CGT, Héctor Daer, el mercantil Armando Cavalieri, los «independientes» Gerardo Martínez (construcción, UOCRA), Andrés Rodríguez (estatales de UPCN) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias); el metalúrgico Francisco «Barba» Gutiérrez, el portero Víctor Santa María, el docente Sergio Romero (UDA) y Rodolfo Daer (Alimentación).

El sector es, como informó este diario, el más renuente al mantenimiento de la movilización tal cual fue ideada semanas atrás. Temen los dirigentes no sólo eventuales abucheos por parte de los manifestantes (como sucedió el 7 de marzo en una marcha pública y el 28 de julio en un acto cerrado en Ferro) sino, más aún, la posibilidad de incidentes relacionados con la puja creciente entre sectores de la CGT.

Esa preocupación radica en la postura confrontativa que asumió Pablo Moyano, segundo de Camioneros y secretario Gremial de la CGT, que contrasta con la vocación de negociación sostenida por su padre Hugo, el líder del gremio de los choferes. En ese juego de golpear y negociar encerrado en un mismo apellido gravita la estrategia de los Moyano de incidir con fuerza en la definición de una eventual nueva conducción de la central luego de octubre.

Entre los resueltos a ir de todos modos a la marcha del 22 figuran, además de la familia Moyano, los sindicatos que integran la estratégica Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT), en particular sus máximos referentes Roberto Fernández (colectiveros, UTA), Omar Maturano (ferroviarios, La Fraternidad) y el portuario Juan Carlos Schmid, otro de los triunviros de la CGT. Creen en ese espacio que una movilización podrá descomprimir el malestar contra el Gobierno y prefieren esa alternativa a la de un paro, que de hecho deberían sostener por su manejo del transporte público. También mantienen su decisión de movilizarse los sindicatos enrolados en el sector de Luis Barrionuevo, en el que se destaca Carlos Acuña, el restante miembro del triunvirato y jefe del gremio de estaciones de servicio.

Entre los «gordos», los «independientes» y la UOM, en tanto, acordaron anoche a última hora pasar a un cuarto intermedio de sus deliberaciones hasta la semana que viene, con el resultado electoral definido y un mapa más concreto de su significado. Uno de los participantes de la reunión de ayer indicó que en caso de haber una sanción en las urnas contra el Gobierno sería redundante marchar pocos días después, lo que además podría ser evaluado como una provocación contra una administración en situación de debilidad. En ese caso, razonaban anoche, podría evaluarse otra modalidad de protesta menos expuesta.