Las sistemáticas crisis económicas argentinas en las últimas décadas han ido dejando un tendal de damnificados, pero sin duda uno de los sectores en que más impacto negativo hubo fue el laboral, y en especial se advierte en la creciente informalidad del empleo.

Según las últimas cifras oficiales, relevadas por el Indec, el empleo informal, habitualmente denominado “en negro” se ubica actualmente en la órbita del 35%, un número del que no logra bajar desde hace por lo menos una década y cuyo análisis pormenorizado agrava la situación.

Otras mediciones privadas ubican a ese porcentaje en el 50%, es decir la mitad de la masa laboral, como por ejemplo el realizado por el Observatorio de la Deuda Social de la UCA.

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En los últimos años, especialmente durante la gestión de Mauricio Macri, lo que creció enormemente en el segmento informal son los llamados “monotributistas”, figura bajo la que se ha tornado costumbre esconder la precarización de empleados en relación de dependencia, incluso en muchos casos del Estado.

Durante los cuatro últimos años ese bloque creció un 10%, por esto crece el reclamo de los monotributistas por el decretado aumento de 51% en la cuota para este año.

Si bien son datos que cuesta verificar, justamente por la precariedad de los relevamientos y el carácter “paralegal” de esas contrataciones, que ningún empleador quiere revelar y muchos trabajadores no se enorgullecen de poseer, es innegable el crecimiento del flagelo.

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No obstante, el Indec reveló que durante 2019, en un marco de destrucción de puestos laborales (101 mil en los primeros seis meses del año), los asalariados no registrados (es decir “en negro”) subieron de 4.941.000 desde 2017 a 4.981.000 a finales del 2018.

En tanto, el número de puestos de trabajo no asalariados pasó de 5.263.000 en el cuarto trimestre de 2017 a 5.227.000 en el mismo período de 2018.

Los guarismos vertidos reflejan el agravamiento que puede sufrir el mercado laboral informal, aún en la negativa estabilidad de las últimas décadas, en épocas de crisis. Se verifica desde la presidencia de Raúl Alfonsín, cuando escaló al 35%, luego con Carlos Menem se mantuvo estable (creció mucho el desempleo registrado), llegó al 49% con De la Rúa, y se mantuvo allí en la primera época de Néstor Kirchner, y a finales de esa década volvió al 35% del cual hasta hoy no logra descender.

Como un intento de solventar su posición, en los últimos años distintas organizaciones auscultaron el término “economía popular” para nuclear a quienes se ganan la vida en las externalidades del perímetro laboral “blanco”.

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En ese sentido, meses atrás se conformó la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (Utep), en un intento de aglutinar fuerzas, sindicalizarse y alcanzar derechos de los que hoy carecen, como vacaciones pagas, cobertura médica, aguinaldo, entre otras.

De esta manera han conseguido ganar terreno, en el diálogo institucional con dependencias estatales y también en la arena gremial, participando de actos conjuntos con centrales obreras y sindicatos tradicionales.