Crece la controversia en torno a algunas aplicaciones puntuales de “economía colaborativa” que han logrado un auge económico muy fuerte, llegando a convertirse en verdaderas empresas casi “multinacionales”.

Es el caso de firmas como Uber o Lyft, las cuales no son cuestionadas en lugares “subdesarrollados” sino en Estados Unidos o Europa. El caso más reciente donde emergieron polémicas en torno a las formas de contratación de su personal es el debate que tiene lugar en algunos estados dominados por los demócratas del país norteamericano.

Por ejemplo en Nueva Jersey, Illinois o el mismísimo Nueva York, desde el fisco comenzaron a interpelar a estas plataformas tecnológicas para intentar regular la precariedad con la que emplean a sus trabajadores.

De esta manera cientos de miles de “dependientes” de esas firmas podrían comenzar a agruparse para adquirir algunos beneficios hasta ahora retaceados, como el cobro de un seguro de desempleo o el pago de horas extras cuando excedan el máximo de tiempo de trabajo permitido en una jornada.

Este tipo de debates ya tienen lugar no sólo en ciudades de Argentina (especialmente en Rosario con los casos de Uber y Cabify, o en el rubro «delivery», Rappi o Glovo), sino también en Europa. En España, por ejemplo se discute la tolerancia respecto a la existencia de estos trabajadores que son “falsos autónomos” cuando en realidad su relación de dependencia respecto de las compañias es clara.

“Es un momento donde la gente comprende, especialmente en los estados progresistas, las tensiones entre grandes corporaciones, el dinero corporativo y la gente común”, dijo Terri Gerstein de la Facultad de Derecho de Harvard, según consignó el periódico The Washington Post.

Y añadió que “los problemas de trabajo y los problemas de desigualdad económica llegaron a un punto álgido”

Uno de los proyectos que se debate en Estados Unidos por estas horas fue denominado ABC por los pilares que conforman su contenido.

Estipula analizar si los empleados: A) Son totalmente libres del control de la compañía; B) Si son capaces de realizar trabajos que no guarden relación con el negocio principal de esa empresa; y C) Si fuera de la firma ya se encuentran realizando, de forma independiente, las mismas actividades que en la plataforma.

Desde Uber o Lyft, según trascendió, lo que intentan para neutralizar, al menos parcialmente, este avance, es impulsar otro proyecto que naturaliza la categoría de «trabajador dependiente», el cual no sería empleado ni contratado, pero accedería a algunos beneficios según el estado en que se encuentre, aunque aún no queda del todo claro cuales serían.

Algunos dentro del Senado neoyorquino estiman que la normativa podría votarse antes de junio, por lo cual desde esas empresas se activó un fuerte lobby para quedar fuera de la regulación.