Por Alejandro Maidana / Imágenes Hernán Cabrera

Poco más de 90 kilómetros separan a Rosario de este terruño ideal para abandonar al menos por un rato, los males que acarrea la vida citadina. Su arroyo, siempre generoso para quienes llegan hasta él para “mojar” anzuelos o disfrutarlo desde arriba de un kayak surcando sus seductoras aguas. El río Coronda, aquel que acaricia con frescura la humanidad de los bañistas, se erige como un verdadero faro que ilumina la vida de distintas especies de animales.

Pero claro, a lo maravilloso del paisaje que se manifiesta en un amplio abanico de colores y sentires, se le contrapone una problemática que se manifiesta cuando el cielo decide hacer tronar el escarmiento. Quienes conocen los accesos al balneario de La Boca de Monje, saben que se debe transitar alrededor de 8 km hasta llegar a destino, situación que se complejiza de sobremanera cuando la lluvia dice presente por esos arrabales.

 

Este es un histórico escollo que se busca erradicar hace muchísimo tiempo, y si bien los habitantes del lugar han visto como sus oídos intentaban ser edulcorados en más de una oportunidad con falsas promesas, hoy la realidad parece haberse amigado con ese reclamo de vieja data. La necesidad imperiosa de torcer la inaccesibilidad con la que choca el balneario cada vez que las lluvias ganan terreno, venía topándose de frente con la falta de políticas públicas y recursos destinados. Hoy la cotidianeidad ha mutado, el semblante de aquellos que jamás se resignaron ha cambiado desde el preciso momento en que las obras se iniciaron.

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La lúgubre imagen de los chicos imposibilitados de llegar a sus escuelas y la de los turistas batallando contra lo inaccesible del camino, puede transformarse en poco tiempo en solo un puñado de anécdotas. Destacando que las ambulancias y la policía (La Boca no tiene efectivos propios) no ingresan al balneario cuando el camino se encuentra anegado, mencionando que han existido casos de mujeres embarazadas que estuvieron a punto de perder su bebé, y urgencias que lamentablemente han terminado de la peor de las formas.

 

Dos meses atrás, y gracias a un programa provincial, se iniciaron las obras que podrían transformar la vida de aquellos que eligieron morar en este bello terruño, y de quienes ya no se verán obligados a consultar con el servicio meteorológico en el momento que decidan visitar la Boca. El ripiado puso primera, las máquinas ya se encuentran trabajando en la ardua tarea de nivelar el suelo y hacerlo consistente, un sueño a punto de transformarse en una dulce realidad. La decisión política mancomunada a la privada compartiendo un único objetivo, darle vida a un bien común, a un derecho que venía siendo cercenado de manera sistemática.

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Para conocer las sensaciones que atraviesan a los vecinos y a la presidenta comunal Susana Gobbo, Conclusión visitó la zona en donde se están llevando adelante las obras con el fin de mejorar la calidad de quienes habitan la Boca de Monje. “Esto tiene que ver con un programa provincial denominado caminos de la ruralidad, que el gobierno provincial ha designado fondos para aquellos caminos que vinculan a las poblaciones, con las producciones agrícola-ganaderas en donde la presencia del productor sea permanente. Cabe destacar que en aquel momento la provincia en aquel momento designó 32 millones de pesos, ese destino era específicamente para materiales (piedras, tierra y cal) e insumos”, Susana Gobbo.

 

No todas son rosas, que la actual gestión comunal asumió el pasado 10 de diciembre y la existencia previa de acuerdos firmados, ha generado que el arco de acción se vea condicionado debido a el paradigma económico actual se encuentra atravesado por la incertidumbre. “La realidad es que hay una ordenanza de la gestión anterior en donde ellos se comprometen a realizar la obra con el recurso humano con todo lo que aplicaba este acuerdo. Sinceramente nos encontramos muy alejados de la realidad, ya que contamos con los mínimos equipos para poder trabajar, contamos con una motoniveladora modelo 1963 que cuando nosotros arribamos a la comuna se encontraba rota. Nuestro compromiso con la comunidad de Monje se encuentra vigente, si bien esta es una obra que la comuna sola no la puede afrontar, ya que nos llevaría el doble o el triple de tiempo”.