Científicos del Conicet junto a organizaciones dedicadas a la preservación de las especies informaron este lunes, que continúan los trabajos para reintroducir al huemul en el sur del país, actualmente catalogado en peligro de extinción al haberse reducido en un 99%, y ya son tres las crías que nacieron en el marco de los esfuerzos por revertir su disminución geográfica.

Actualmente, en Argentina, solo quedan entre 300 y 500 ejemplares fragmentados en unos sesenta grupos y confinados en las zonas altas (algunas situadas en áreas protegidas) de las montañas andinas, a lo largo de 1.800 kilómetros.

En noviembre de 2022 nació el primer huemul en la “Estación de Rehabilitación y Recría Shoonem” que funciona bajo la supervisión de la Fundación Shoonem en la provincia del Chubut, y donde Werner Flueck se desempeña como director científico.

“Nos alegra informar que a principios de diciembre de 2023 nació una segunda cría, el 15 de enero 2024 una tercera, y que otra hembra está ahora preñada, así que pronto habrá otro nacimiento”, afirmó el investigador del Conicet.

“El objetivo de esta estación es rehabilitar huemules que no están en buen estado sanitario, pero esto no es suficiente para salvar a esta especie”, apuntó Flueck, principal autor de un artículo recientemente publicado en la revista Conservation, donde presenta evidencias científicas que indican que la recuperación de esa especie -catalogada como “en peligro de extinción” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)- sería posible «si es reintroducida en sitios históricos considerados representativos de su hábitat de origen».

Según los estudios realizados, la conservación de esta especie en extinción depende de su reintroducción en zonas a las que accedían sus antepasados cuando gozaban de salud y de una apropiada demografía.

En esa línea, el especialista sostuvo que las áreas donde los huemules podrían ser reintroducidos son «parques nacionales o provinciales, y también campos privados que reciban incentivos para apoyar a una futura convivencia con los huemules».

«Poder habitar en esas regiones permitirá a los huemules vivir de manera más saludable y por más tiempo, lo que se traduciría en un aumento de las tasas de su reproducción y crecimiento poblacional”, explicó Werner Flueck, investigador del Conicet en el Parque Nacional Nahuel Huapi, que depende de la Administración de Parques Nacionales.

Si bien durante un tiempo se consideró, de forma errónea, al huemul como una especie adaptada al bosque y exclusivamente a la alta montaña, con ambientes rocosos y fuertes pendientes, observaciones de naturalistas en expediciones y viajeros desde 1521 en adelante, así como hallazgos arqueológicos, de restos óseos y otras evidencias determinaron la presencia de huemules «no solo en los Andes sino también cerca de la costa atlántica».

Múltiples evidencias demuestran que en el pasado los huemules migraban estacionalmente pasando de zonas andinas boscosas, clasificadas como veranadas, a regiones no boscosas (praderas y estepas) de la península patagónica durante los inviernos, indicó el Conicet a través de un comunicado de prensa.

La pérdida de las tradiciones migratorias del huemul por la sobrecacería en el pasado y el establecimiento de poblaciones humanas en zonas habitadas por estos animales, confinó a la gran mayoría en las zonas altas de los Andes, donde la calidad nutricional es menor respecto a lugares que solían habitar.

“Esto disminuyó sus tasas de reproducción, alteró de manera perjudicial su salud y los puso en peligro de extinción”, concluyó el científico.