Por Victoria Musto (1)

De acuerdo a las palabras de Mariana Mazzucatto (2), el estallido de la pandemia producto de la propagación del virus COVID-19 ha enfrentado al capitalismo en al menos tres crisis de importancia: una crisis sanitaria como resultado de la gran cantidad de infectados y fallecidos, una crisis económica nacida por primera vez en muchos años en la “economía real” y una crisis climática que no admitiría respuestas a la situación de carácter tradicional. En este escenario, es preciso discutir cuáles son las opciones para América Latina frente al mundo que encontraremos, así como en el título de la famosa película de Roland Emmerich, “el día después de mañana” del coronavirus.

Las respuestas a la catástrofe del COVID-19 y sus peligros

Frente a esta situación de emergencia y gravedad, tanto los países asiáticos liderados por China como otros países, por ejemplo Israel, han aprovechado la situación de catástrofe para vehiculizar un “Estado policial digital” según las palabras de Byung-Chul Han (3). Por otra parte, para controlar la propagación del virus muchas naciones, incluida la nuestra, ha determinado el cierre de fronteras o el toque de queda como medidas de excepción. Lo preocupante de estas medidas que contribuyen a frenar el contagio es que también suelen dañar las libertades básicas y consolidan lógicas extremadamente nacionalistas. Como afirmó Yuval Noah Harari (4), lo peligroso es que estas prácticas aprobadas en la excepción suelen mantenerse, bajo diversos argumentos, en el transcurso del tiempo.

El COVID-19 en América Latina

Si en China, Japón o Corea del Sur el virus se ha combatido con un despliegue de la tecnología y con la apropiación estatal de datos personales, en América Latina el virus nos encontró luego de un 2019 de gran convulsión.

Gran parte de esos conflictos, aún continuaban su curso cuando el virus llegó a nuestro continente impactando simbióticamente tanto en la prolongación de los conflictos como en la manera en que la crisis sanitaria busca ser atendida. Así por ejemplo el arribo del coronavirus supuso la reprogramación de las elecciones en Bolivia continuando en el poder el gobierno conformado luego del golpe de Estado y también la dilatación en el referéndum constitucional en Chile. Por otro lado, la compleja situación sanitaria en Ecuador es evidencia de las denuncias de achicamiento del Estado que asistíamos con las protestas en octubre. Como si todo esto fuera poco, las posturas negacionistas sobre las consecuencias de la presencia del coronavirus de los presidentes de México y Brasil complejizan los vínculos con los gobernadores y congresistas en un continente cuya confianza en el sistema democrático es de por sí muy endeble.

¿Es una utopía el multilateralismo con este panorama?

Considerando la conformación de Estados policíacos digitales en Oriente, la crítica situación que presenta Europa y Estados Unidos y los ya débiles Estados latinoamericanos… ¿Es posible pensar en más globalización, más multilateralismo y más cooperación?

El 24 de marzo, un grupo de científicos publicó un texto (5) bregando por el multilateralismo y la cooperación en temas como mecanismos de contención económica global, cooperación humanitaria, movilidad de especialistas y sanitaristas, datos compartidos y redes de científicos de salud bajo el amparo de la Organización Mundial de la Salud, entre otros. Unos días después y bajo el liderazgo de Arabia Saudita se reunió el G-20 dejando una proclama débil y sin muchas novedades, pero proclama al fin.

Por su parte, América Latina tiene varios ejemplos de cooperación en salud que puede revalorizar, como recuerda Pia Riggirozzi (6): la firma del Compromiso Social de Buenos Aires en el año 2000 por los países del Mercosur junto con Bolivia y Chile, que estableció un marco de obligaciones para lograr el acceso a servicios integrales de salud o la constitución del Instituto Sudamericano de Gobernanza de la Salud bajo los auspicios del Consejo Sudamericano de Salud a partir del Plan Quinquenal de UNASUR en el año 2009. Si bien hoy en día el Mercosur está en cuarentena y la UNASUR ha sido descuartizada, la autora recuerda que siempre los Estados latinoamericanos mantuvieron una discrecionalidad para la política interna pero utilizaban la cooperación para negociar conjuntamente frente a situaciones de asimetría internacional.

Es justamente la potencia soberana que recuperarán los Estados luego de la pandemia lo que debe encausarse en el marco de la cooperación. La mejor herramienta con la que contamos en la actualidad para enfrentar las tres crisis mencionadas son los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Estos objetivos nucleados en la Agenda 2030 son 17 metas que los Estados acordaron en el marco de las Naciones Unidas para imaginar un mundo mejor, dando respuesta a los principales problemas de la humanidad bajo una lógica que incluye la problemática del cambio climático y del género. Urge empoderar esas 17 metas para reducir una desigualdad que sin dudas la pandemia agudizará en nuestra región.

Con la asistencia de los ejemplos históricos latinoamericanos y de las 17 metas de la Agenda 2030, Argentina se enfrenta a la oportunidad de liderar un continente fragmentado ideológicamente y sin rumbo. La tarea no es sencilla, pero la capitalización del poder político del presidente Fernández en términos nacionales y el aumento espectacular de su popularidad como consecuencia de la respuesta temprana y drástica a la crisis son, sin dudas, recursos para proyectar en la política exterior. Aún más quienes podrían liderar la región como Bolsonaro, López Obrador o inclusive Trump, encuentran sus figuras puestas en discusión. Los otros presidentes como Duque o Piñera trastabillean frente a un escenario interno que no pueden controlar. Por último, la dirección de la Organización de Estados Americanos quedó bajo la secretaría de Luis Almagro, quien renovó su puesto a pesar de las duras críticas esbozadas hacia su gestión.

El presente nos obliga a imaginar el futuro. Nos podrán acusar de risueños. Pero la construcción de nuestro porvenir recae en nosotros de la misma manera que en algún momento recayó, por ejemplo, en Keynes imaginando el Estado de Bienestar durante la Segunda Guerra Mundial. Precisamos de más globalización que no se limite a unir mercados sino que contemple toda la Agenda 2030. Frente a esto, Latinoamérica no puede menos que presentarse unida, cooperando en temas esenciales como salud, bajo un liderazgo que bien podría ser argentino.

(1) Licenciada en Relaciones Internacionales (UNR). Miembro del programa Café Internacional. Twitter: @musto_vic

(2) Mazzucatto, Mariana. La triple crisis del capitalismo, Proyect Syndicate, 30 de marzo de 2020.

(3) Byung-Chul Han. La emergencia viral y el mundo del mañana, Periódico El País, 22 de marzo de 2020

(4) Harari, Yuval Noah. The world after coronavirus, Financial Times, 20 de marzo de 2020.

(5) AA. VV. Frente al COVID-19, más multilateralismo y cooperación internacional, Cenital, 24 de marzo de 2020.

(6) Riggiorozzi, Pía. Coronavirus y el desafío para la gobernanza regional en América Latina, Fundación Carolina, ISSN 2695-4362 DOI https://doi.org/10.33960/AC_12.2020, 30 de marzo de 2020