Por Alejandro Maidana

En Pergamino, los «venenos del agro» se mezclan con el agua que debe ser consumida en distintos barrios. Tanto el Inta como los peritos de la Suprema Corte de Justicia, llegaron a la conclusión que el vital elemento se encuentra contaminado por lo menos con 18 agrotóxicos diferentes. Un dato estremecedor que deja al desnudo, una vez más, el relato de aquellos que insisten en minimizar una problemática tan concreta como apabullante.

Los casos de cáncer e impactos genéticos en Pergamino, contrastan con la desidia que proviene desde el mismo municipio, que en lugar de acompañar y ponerse a disposición de las y los damnificados, prefiere hacerlo con el poder económico del lugar y las corporaciones. Si bien una cautelar obliga a Javier Martínez, intendente de Pergamino, a cumplir con la provisión de agua segura a aquellas familias que se niegan a beber venenos, el mismo incumple la misma de manera sistemática.

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Una sustancia que produce cáncer no tiene que estar en el agua, por eso la Unión Europea tiene establecido un 0,1 microgramo por litro para el glifosato o para el 2,4-D, que son considerados cancerígenos por la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, con el 2,4-D, la agencia del agua de la provincia de Buenos Aires, acepta hasta cien microgramos por litro. ¡Mil veces más de lo que podría aceptarse que tome un italiano, francés o alemán! O sea, los bonaerenses pueden tomar cien micras más de 2,4-D, cancerígeno, hepatotóxico, con respecto a lo que podría tomar un europeo”, sostuvo Medardo Ávila Vázquez, Coordinador de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados consultado sobre los análisis que arrojaron que los agroquímicos se habían apoderado del agua de Pergamino.

A pesar de lo antes mencionado, y exacerbado por el contexto pandémico, el responsable municipal de Pergamino, no dudó en participar de la inauguración de un laboratorio de la firma Rizobacter. Una demostración cabal que los intereses de las corporaciones seguirán manifestándose por delante del derecho humano a vivir en un ambiente saludable. La actitud de Javier Martínez podría ser catalogada cuanto menos, de provocativa, tomando como referencia el dolor que atraviesa a distintas familias del lugar que juró proteger.

A Sabrina Ortíz las enfermedades catapultadas por el modelo productivo actual, han atravesado de manera constante a su familia, impulsada por la imperiosa necesidad de enfrentar la desidia, decidió continuar con la carrera de derecho y hoy es abogada. Una mujer que no conoce la palabra claudicar, una vecina resiliente que no dejará de luchar hasta que la desidia y la impunidad, desaparezcan de un lugar capitaneado por los jinetes del apocalipsis. “El estado municipal sigue negando la condición del agua en Pergamino, sigue negando a las víctimas de este modelo agroproductivo, parece que no bastó haber encontrado 18 agrotóxicos en el agua, ya que el intendente sigue desoyendo las cautelares para cuidar la salud de las personas”, le dijo a Conclusión.

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Cuando el estado municipal en lugar de cumplir con la obligación de velar por los derechos de los habitantes del lugar, se erige de adlátere de los productores y las corporaciones. “Este señor fue el primero en apelar la entrega de agua segura a los vecinos de Santa Julia, Villa Alicia, Luard Kayad y La Guarida. Viendo como opera, como se está manejando, para las víctimas, para los damnificados, para los que tenemos daño genético debido al contacto con las sustancias venenosas a las cuales defiende, consideramos a su accionar claramente provocativo”.

Javier Martínez desoye las plegarias de aquellos que gritan su dolor desde un deshumanizante desamparo. “Esta persona se sirve de las corporaciones, pero nosotros seguimos estando acá, con la misma problemática. La justicia nos ha acompañado, pero desde el municipio jamás nos recibieron, nunca tuvieron la delicadeza de al menos escucharnos, pero si hemos sido atacados desde todas las aristas. Por todo esto repudiamos el accionar del estado municipal, este rechazo no es político, es lo que emerge desde el daño originado, desde el sufrimiento. Hoy tenemos mamás que se preguntan si sus hijos han fallecido producto del envenenamiento que han sufrido”.

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La negación del cáncer es utilizada como ariete para romper con un reclamo tan legítimo como exasperante. Un municipio como tantos otros, garante de los atropellos que impulsa una minoría dueña de execrables privilegios. “Tenemos un barrio, más precisamente Santa Julia, que lo denominan el barrio del cáncer, al que también niegan. Ellos presentaron ante la justicia un informe realizado por la secretaria de Salud (María Marta Perreta), donde niega la existencia de pacientes oncológicos, el grado de perversidad es enorme. Por ello a todo esto lo sentimos como una provocación, Pergamino es muy especial, y la pandemia vino a exacerbar la falta de empatía por el otro, el poder en este lugar se concentra en pocas manos y por ello tanto los medios de comunicación, como el estado, ofician de aliados”, concluyó Sabrina Ortíz.