Según un informe realizado por Federico Bernal que publicó el Observatorio de la Energía, Tecnología e Infraestructura para el Desarrollo existe una relación positiva entre los precios de la energía eléctrica y el grado de participación de las energías renovables intermitentes en una matriz de generación. Testigos de ello, y sin excepciones, todas y cada una de las naciones a la vanguardia de dicha política de diversificación. En América del Sur, Chile y Uruguay -que ya fueron estudiados en estos informes- son emblemáticos al respecto. A continuación, un análisis desde la Unión Europea, región que por su gran variedad de matrices y su altísima penetración de tecnologías eólica y solar -según el caso-, resulta sumamente ejemplificadora de la antedicha relación.

1) Bloque de naciones subrayadas en rojo: Dinamarca, Alemania, Irlanda, España y Portugal. Son las cinco naciones con los precios más caros de la energía eléctrica para usuarios residenciales de toda Europa. La participación de renovables intermitentes sobre la matriz de generación oscila entre 53% (Dinamarca) y 22% (Alemania y Portugal).

2) Bloque de naciones subrayadas en marrón: Italia, Austria, Suecia, Grecia y Reino Unido. Sus precios de la energía eléctrica son intermedios. La participación de renovables intermitentes es menor al 20%; oscila entre 19% (Grecia y Reino Unido) y 10% (Austria).

3) Bloque de naciones subrayadas en amarillo: Francia, Noruega, Finlandia, Eslovenia y Polonia. Cuentan con precios de la energía bajos. Su participación de renovables intermitentes es menor al 10% y hasta el 2% (Noruega).

4) Bloque de naciones subrayadas en verde: República Checa, Estonia y Hungría. Presentan los precios más baratos de la energía eléctrica. Su participación de renovables intermitentes es menor al 6% (Estonia), y llega al 3% (Hungría).

Finalmente, destacar que por debajo de los 0,20 centavos de euro/kWh se distinguen claramente cuatro grupos: 1) Las naciones con alto grado de participación nucleoeléctrica (violeta); 2) Las naciones hidroeléctricas (celestes); 3) Las naciones con alto contenido de núcleo e hidroelectricidad (combinados); y 4) Las naciones con alta participación de combustibles fósiles.

En suma, precios muy bajos de la energía eléctrica (en relación a los germanos y dinamarqueses, los más caros del mundo) se verifican con una diversificación eólica y solar en la generación inferior al 10%. Entre el 10 y el 20% dan un salto importante los precios, sólo compensado si la presencia de combustibles fósiles, nuclear y/o hidráulica son elevadas o muy elevadas. A partir del 22% de renovables intermitentes, los precios vuelven a disparar.

Conclusiones

No existe ninguna experiencia mundial de países, regiones ni jurisdicciones provinciales o estaduales con alta participación o alta velocidad de diversificación con renovables eólica y solar que tengan tarifas del servicio público baratas o con tendencia a la baja. Todo lo contrario.

En efecto, la relación es directamente proporcional: a mayor incorporación de renovables intermitentes, mayores tarifas. En otras palabras, los precios de la energía eléctrica no se abaratan conforme crece la participación de energías renovables intermitentes, sino que aumentan. Para el caso de las naciones europeas estudiadas en este informe, la relación es más que visible. Si bien la fijación de precios depende de muchos factores (el nivel de regulación estatal, la presencia de empresas nacionales, la política impositiva, la composición del mix generador, etc.), el grado de participación de renovables eólica y solar es determinante.

Los casos de Chile y Uruguay (suerte de vanguardia «verde» en Suramérica) y que fueron oportunamente analizados por OETEC, van en igual sentido. Cabe aclarar, sin embargo, que los costos promedio de la energía sí tienden a bajar con la incorporación de eólica y solar (esto, siempre y cuando no se contemplen los costos por mayores necesidades de transporte). Pero una cosa es el «costo» y otra la «tarifa». La reducción de los costos, como ocurrió en Chile y que fue notable en los últimos años, la compensan los usuarios por la vía de iguales o mayores tarifas. Uruguay es también más que ilustrativo.

Más allá de la ambigüedad de la frase «a partir de 2019» (puede ser en cualquier momento del año como también en 2020), el convencimiento del señor Aranguren carece de todo sustento técnico y ejemplos en el mundo que lo avalen. Por el contrario, todos los casos demuestran que las tarifas en la República Argentina, de continuar la gestión neoliberal más allá de 2019, seguirán incrementándose. De hecho, siquiera se reducirán si se alcanza una inflación a la baja. No ocurrió en los noventa, no ocurrirá ahora.

La energía eléctrica comercializada por las nuevas plantas del Plan RenovAr serán pagadas en su totalidad por la demanda, es decir, la ciudadanía. Los contratos son a 15 o 20 años, fijados en dólares con CAMMESA, con participación de bancos internacionales en el otorgamiento de préstamos y garantías para la importación de los equipos. Se trata, en definitiva, de fabulosos negocios industriales, económicos y financieros, que en absoluto resultan compatibles con una baja en las tarifas, y que, por cierto, carecen del más mínimo beneficio para la ciudadanía.

La única posibilidad de lograr tarifas más bajas a partir de 2019, esto es, en enero de 2020, es si asume al frente del Poder Ejecutivo un gobierno que vuelva a colocar a la energía como un derecho humano y una herramienta clave de desarrollo social y económico.