Por Alejandro Maidana

El retorno del Tren de Las Sierras a las localidades del Valle de Punilla viene generando gran expectativa, entre la esperanza por recuperar el servicio y la nostalgia por un medio de transporte que sufrió décadas de abandono. Tuvieron que pasar varias décadas para que la red ferroviaria de esa bella zona de la provincia de Córdoba volviera a cobrar vida, por ello la valoración y defensa de esta imprescindible política pública, debería ser patrimonio de todas y todos los argentinos.

En Argentina, si bien los censos suelen ser falibles en algunos casos, se calcula que son alrededor de 2.500 los pueblos rurales que resisten para no desaparecer, ya que el 93% de los habitantes de este país se concentran en los aglomerados urbanos. No es azaroso, a la desaparición del tren, se le sumó un modelo productivo arrasador y expulsivo que colaboró de sobremanera para que la ruralidad hoy se asemeje más a un desierto verde de soja, que a aquella que supimos conocer.

La melancolía sigue siendo hasta estos días la moneda de cambio entre aquellos que no se resignan a soñar con la vuelta del hacedor de un sinfín de historias, de un medio tan inclusivo como popular.  Un ariete necesario para que el sueño de viajar, pueda convertirse en una disfrutable realidad para quiénes no están dispuestos a hipotecar el viejo anhelo de unir la república arriba de un tren.

Y un día el tren volvió a Capilla del Monte, la tierra del Cerro Uritorco y la cultura comechingón

Desde hace muchos años, poco más de 17, Loli y Raúl venían insistiendo con la idea y necesidad de recuperar ramales para la vuelta del tren. Capillenses por adopción, decidieron continuar con sus vidas en el popular barrio Aguas Azules de esa bonita ciudad que tiene al Cerro Uritorco como ícono y estandarte. Raúl dejó José León Suárez, partido de San Martin en el gran Buenos Aires, hace precisamente 24 años para continuar con la vida entre espinillos y aromitos.

Loli, quien fuera su compañera de vida y de sueños, fue quién lo impulsó a abrazar el amor por el tren. Proveniente de una familia ferroviaria, su tío era maquinista, el abuelo trabajador de los talleres donde se arreglaban las locomotoras, y su papá boletero en todas las estaciones de la línea Mitre. Por ello, se interesó en darle forma a una organización que propugne la vuelta de esta vía de locomoción. Hoy, fortalecido por su memoria, es Raúl quién continua después de un extenso y fluido compartir, la lucha junto a un grupo de compañeros por el retorno del tren.

Loli tenía fundamentos de sobra para dedicarle parte de su vida al regreso del Tren de las Sierras. Viajera y amante del tren como pocas, tanto ella como Raúl, fueron participes de un disfrute que terminó descarrilando gracias a la desidia neoliberal y desprejuiciada de un puñado de facinerosos. “En lo particular viajé sin saber que sería el último viaje, me refiero al cruce de los Andes. Sucedió en el año 76, y de no estar errado en el 77 lo sacaron o solo se hizo un viaje más, pero de carga y no de pasajeros. Así sucedió, sin darme cuenta, estuve haciendo el último viaje del tren del cruce de los Andes. Fue una cosa maravillosa, hermoso viaje, una experiencia muy bonita, impresionante, muy imponente. Las montañas, toda la cordillera, es una cosa hermosísima, tenía ese valor agregado de la cuestión paisajística”, sostuvo Raúl Zárate en diálogo con Conclusión.

Aferrado a esos inolvidables recuerdos, así fue como Raúl y un puñado de ex usuarios envalentonados por la melancolía y el deseo, comenzaron a montar mesas en ferias que se armaban en los distintos pueblos con la idea de reclamar por la vuelta del tren. “Íbamos con nuestra mesita, poníamos los bandos, algún tipo de pasacalle e invitábamos a la gente a sumarse con su firma. Allí asentábamos las planillas para pedir la adhesión de la gente. Como dato no menor, creo que en todos los años que hemos hecho ese trabajo, solo hemos recibido a tres personas que mostraron su oposición al proyecto. Esta gente le encontraba la quinta pata al gato y el pelo al huevo, pero en general el apoyo fue siempre incondicional y sin ningún tipo de indivisión en cuanto al entusiasmo. Los intercambios eran fluidos, circulaban anécdotas, muchos de ellos no escatimaban en lágrimas, recordando, añorando, sinceramente fue muy emotivo. Tengo tantas historias guardadas en mi corazón, gente que me ha regalado banderas que se utilizaban en los ferrocarriles o locomotoras cuando se celebraban fechas patrias”.

Raúl Zárate tuvo el privilegio de que aquel ex trabajador ferroviario que aun contaba con una de esas banderas, se la dejara como legado para fortalecer la lucha por el regreso del tren. “La tengo acá en casa, para mí es una reliquia que tiene un valor incalculable. Nos juntábamos para no desvanecer, hacíamos caminatas, juntábamos y congregábamos a la gente en los distintos pueblos para hacer charlas acerca del retorno del tren, de las bondades que tenía el mismo, de todas las condiciones de futuro que tiene y que va a tener. Gracias a tanta insistencia y militancia, poco a poco se está plasmando. Pero bueno, en aquel momento era una cosa utópica, pero, en fin, la utopía nos sirve para avanzar, esa frase es perfecta, es la que nos hizo avanzar. Y así fue”.

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Hace muy pocos días el Tren de las Sierras arribó a tierras capillenses, aquel sueño de Loli y Raúl se concretaría demostrando que la única batalla que se pierde, es la que se abandona. “Celebramos la llegada del tren a Capilla, destacando que por ahora se va a hacer la cabecera de la línea. Se trató de la primera formación de prueba en arribar después del arreglo de vías en esa zona de Punilla, ya que meses atrás se había extendido hasta la localidad de La Cumbre. Después se verá si sigue para el norte, donde ha sido depredado todo el ferrocarril, se le han sacado rieles, los terraplenes, los taludes de tierra, de piedras, etc. Se han robado hasta los postes telegráficos antiguos, y de los durmientes mejor ni hablar. Todo lo que te mencioné tiene que ver con el tramo norte, desde Charbonier a Cruz del Eje, por ello va a requerir de un trabajo muy intenso y de mucho dinero. Cabe destacar que claramente eso llevará más tiempo, por ahora Capilla del Monte va a ser la cabecera final”.

Habrá una determinada cantidad de frecuencias diarias que se irá incrementando poco a poco, día a día. Se calcula que el servicio irá mejorando en unos meses, ya que el estado espera recibir trenes nuevos que estén adaptados a la trepada y a la bajada del terreno que la zona exige. “Hay muchas curvas, entonces la distancia entre los bogies y las ruedas tiene que ser adecuada para que pueda entrar en las curvas de manera fluida y que no sea forzada. De lo contrario, tiene que ser demasiado lento el paso, y la velocidad es un punto a mejorar para acortar los tiempos de traslado. Hay muchos detalles que tienen que tener en cuenta los trenes nuevos para este tipo de lugares, habrá que hacer licitaciones, si bien desconozco esos pasos, estimo que así será. Es más, ya hay licitaciones ganadas y estas empresas ya están trabajando en la fabricación de los nuevos trenes. Creería que, a partir de diciembre, o de enero del año que viene, van a estar por acá dando vueltas. Así que, bueno, veremos cómo se van adelantando”.

No deben quedar de lado los tiempos políticos, responsables en parte del atraso que hubo debido a que el presupuesto aprobado en el Congreso se demoró y junto a él, las obras. “De esa manera se perdió un año ahí, que sumado a los cuatro de Macri en donde no existió la decisión política para retomar con el proyecto, de esta manera se frenó el avance y la incertidumbre comenzó a ganar terreno. No hay duda alguna, se podría haber tenido el tren desde hace mucho tiempo atrás. Después están las cuestiones sindicales, que están ahí poniendo su palito en la rueda. Hay muchos puntos que hay que ir solucionando, encontrándole las vueltas. A veces me río cuando hablan de la gente que usurpó una estación, les digo, eso es lo más sencillo de solucionar, el problema es otro, y éste tiene que ver con el detallecito y no con el gran problema. Son estas cosas que tenemos en la Argentina, es como cuando se hacen problemas por la AUH, pero no ven, por ejemplo, el subsidio que tiene todo el medio de transporte. Todos los vehículos de transporte, los colectivos de larga distancia, los de media y los de corta, se encuentran subsidiados por el Estado. Se lo estamos bancando todos nosotros, son cuestiones de intereses, de poderes, y de tira y afloje que están dando vuelta. Te molesta la espinita de acá, pero no ves el tronco que tiene arriba, es así”.

ATP (Asociación Tren de Punilla) es la organización de la que forma parte Raúl Zárate, es una de las que más anclaje y trabajo tiene en la actualidad, ya que muchas otras se han diluido. “Hubo muchas personas en otras asociaciones con el mismo sueño y con las que hemos luchado juntos, teníamos la mesa de enlace ferroviaria de Punilla. Sabemos de otros pueblos en Córdoba y en otras provincias que también hicieron algo muy parecido a nuestra metodología para volver el tren a esos lugares. De hecho, está volviendo a todo el país, como el caso de las provincias de Mendoza y San Juan, para el sur aparecen en el radar Bariloche y Bahía Blanca, y para el norte Salta, Jujuy, Tucumán y La Rioja. O sea, hay muchos lugares donde el tren está retornando, esto significa que la lucha no es nuestra solamente. Pusimos nuestro esfuerzo obviamente, pero hay que reconocer que hubo un montón de gente en esas asociaciones que trabajaron para lo mismo. Creo que todo empujó, todas las firmas son un granito de arena y esperanza que se volcó en las mesas con las planillas de cada una de esas personas que firmaron, y que fueron más de 30.000”.

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En esas planillas están volcadas las firmas que persiguieron una esperanza y que deseaban la vuelta del tren. Es la energía de toda esa gente la que sin lugar a dudas empuja a quienes militan a seguir haciéndolo sin estridencias, pero a paso firme. “Para nosotros es prioridad que el tren vaya mejorando, que vaya convirtiéndose en un servicio realmente útil para las personas, para el trabajador, para la gente que lo usa a diario, que va al hospital, que quiere ir a trabajar, que quiere ir a estudiar, que quiere ir a divertirse a la noche, que tenga un tren para movilizarse. Eso está buenísimo, sumado a lo económico que resulta, y que el mismo pueda mantener las frecuencias y las formaciones. Todo eso va a implicar un montón de trabajo para la gente que se va a acercar al tren a buscar y a pedir trabajo, porque el tren ahora necesita trabajadores. Necesita banderilleros, cambistas, motorman, gente de mantenimiento, de obras, boleteros, guardas, gente en los comedores de los trenes, el mozo de cordel, como se le decía antiguamente para cargar todos los bultos y talleres ferroviarios. Ni hablar de todos los trabajos que están alrededor de lo que es un ferrocarril, de una estación de tren, por ejemplo, donde hay carga, hay camiones, hay fletes, hay gente que carga y descarga, y un montón de otras cosas dando vueltas. Así que hablamos de una usina generadora de trabajo que no tiene parangón. Yo creo que lo único que se le puede comparar es la empresa naviera, por ejemplo, los astilleros, estas grandes empresas que también se perdieron en el país, lo que era la producción de barco”, concluyó.

El deseo máximo sigue siendo poder contemplar la llegada del tren a Cruz del Eje, una ciudad ferroviaria por naturaleza y devastada por las políticas neoliberales. Mientras tanto, el Tren de las Sierras sigue avanzando, uniendo pueblos y ciudades, parajes y paisajes, un ramal más que nos muestra que lo imposible, solo tarda un poco más.