Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el crecimiento de la desigualdad en la distribución del ingreso y la transformación en el mundo laboral, “son los dos principales fenómenos de la economía global que deberán ocupar las agendas y políticas a largo plazo de los gobiernos y los espacios de diálogo multilateral”.

La tendencia creciente de las desigualdades en el marco de la crisis mundial y los nuevos paradigmas laborales surgidos del avance tecnológico, se destacan en la evaluación del reciente informe del Departamento de Investigación de la OIT, “Perspectivas Sociales del Empleo en el Mundo”, que entre sus principales conclusiones señala que solo una cuarta parte de los trabajadores tiene una relación ocupacional estable. Estas perspectivas serán expuestas este jueves en Buenos Aires, durante las Jornadas Monetarias y Bancarias del Banco Central de la República Argentina, por el director del Departamento de Investigación de la entidad tripartita, el economista Raymond Torres, principal autor del informe, quien resaltó que “hay una toma de conciencia generalizada de que las desigualdades en la distribución del ingreso no pueden seguir creciendo”. “Tanto la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) como el FMI, el Banco Mundial e incluso el G-20, y por supuesto la OIT, alertaron sobre un fenómeno que puede tener impacto sobre la estabilidad social y el crecimiento mundial”, precisó Torres en una entrevista con Télam en Ginebra, donde se desarrolla la 104 conferencia anual de la organización laboral de las Naciones Unidas. El investigador en jefe de la OIT resaltó que existe una contradicción al momento de aplicar políticas para revertir la situación, ya que “las más convencionales van en el sentido de resultar en mayores desigualdades. “Esto ocurre, por un lado, por una dicotomía entre estos dos factores de crecimiento y reducción de las desigualdades. Todavía hay algunas esferas, que con cierto temor o ideología piensan que las políticas sociales o fiscales, importantes para luchar contra las desigualdades, restan crecimiento económico”, explicó. Sin embargo, la investigación indica que “tanto las políticas de protección social, como de empleo y fiscalidad, si están bien diseñadas permiten una cosa y la otra”, aunque requieran “inversión por parte del estado o impuestos progresivos”.

Tema internacional

Además, “algunos aspectos para reducir desigualdades requieren coordinación internacional. Se sabe que las grandes empresas pagan menos impuestos que las pequeñas, paradójico y algo que no se corresponde con ninguna lógica económica de eficiencia”, apuntó el economista. Al respecto, destacó que el G-20 también “ha tomado conciencia de este problema y está intentando atajar este fenómeno mediante coordinación de políticas tributarias para que las grandes empresas tributen también y no solamente pese el impuesto sobre la pequeña empresa y el trabajo”. Por otra parte, Torres se refirió al objetivo del programa que días atrás planteó en la inauguración de la conferencia el director general de la OIT, Guy Ryder, de entender la transformación del mundo laboral para llegar al centenario de la entidad, en 2019, con propuestas al respecto. La preocupación de la entidad en este nuevo fenómeno es “saber si se van a crear suficientes empleos con las nuevas tecnologías que se están desarrollando y de qué calidad serán los trabajos y qué tipo de relación laboral habrá en el futuro”. “Hay una digitalización de la producción, determinados empleos o actividades se pueden realizar cada vez más con nuevas tecnologías y, en cierto modo, sustituyen el trabajo humano. La cuestión es si esas nuevas tecnologías van a sustituir al final tantos puestos de trabajo que no se van a crear suficientes. Esto ocurriría por primera vez en la historia del capitalismo moderno, porque siempre que hubo cambios tecnológicos y se destruyeron empleos, se crearon otros”, precisó.

Cambio en las relaciones laborales

Otro generador de incertidumbre es que “las relaciones laborales están cambiando porque cada vez hay menos empleo asalariado” y aparecen las llamadas autocontrataciones, autónomos, independientes o cuentapropistas, sobre todo en los países industrializados, como Estados Unidos y Gran Bretaña. “Hay que determinar hasta qué punto esto es una evolución que no se puede evitar por las nuevas tecnologías o por la fragmentación de los procesos productivos, o hasta qué punto es un abuso de la situación laboral de algunas personas que trabajaban como asalariados y ahora los hacen aparecer como independientes, pero en realidad son falsos independientes”, alertó. También advirtió que cada vez hay menos contratos indefinidos o personal de planta permanente y “más trabajo temporal, interinos, a corto plazo, contratos de un día, o de cero hora, una fórmula nueva por la que el empleador no asegura un número de horas al asalariado, que tiene que estar a disposición para cuando surja un trabajo”. Sin embargo, Torres destacó que hay posiciones alentadoras como las de algunos países que ante este fenómeno están incorporando protección social a este tipo de contratos, como en América latina, donde varios gobiernos tienen programas de pensiones para autónomos.