El gobierno del flamante presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, puso el miércoles en marcha su programa de ruptura conservadora en lo social, con una agenda económica liberal y de alineamiento con los Estados Unidos de Donald Trump en el plano diplomático.

«Ha habido una larga tradición en Brasil de elegir presidentes que por alguna razón eran enemigos» de Estados Unidos, dijo Bolsonaro a periodistas estadounidenses tras reunirse con el secretario de estado de Estados Unidos, Mike Pompeo.

«Ahora es todo lo contrario, somos amigos», dijo.

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El canciller, Ernesto Araújo, celebró el alineamiento de Brasil con Estados Unidos, «la nueva Italia», Hungría y otros países que forman parte de la ola antiglobalizadora que se expande por el planeta; una política que rompe con la tradicional diplomacia brasileña de buscar la equidistancia con las grandes potencias y con la política de estrechar relaciones Sur-Sur de los gobiernos de izquierda (2003-2016).

Conservadores, Chicago Boys y elegidos

Los mercados celebraron con fuertes alzas la ratificación por el ministro de Economía, Paulo Guedes, de medidas de ajuste fiscal -empezando por una resistida reforma del régimen de jubilaciones- y un programa de privatizaciones.

El índice Ibovespa de la Bolsa de Sao Paulo batió un récord histórico, al superar por primera vez los 90.000 puntos (a 91.012, + 3,56%) y el real ganó terreno frente al dólar.

Guedes, formado en la escuela de Chicago, cuna del liberalismo, explicó al asumir formalmente el cargo que Brasil será gobernado en los próximos cuatro años por «una alianza de conservadores en cuestiones de principios y costumbres con liberales en la economía».

Esa mezcla está impregnada de tono mesiánico, reforzado por el fuerte apoyo dado a Bolsonaro por las iglesias evangélicas.

El ministro jefe de la Casa Civil (que opera como un jefe de gobierno), Onyx Lorenzoni, ve en la llegada al poder de Bolsonaro, cuyo segundo nombre es Messías, un designio divino.

«Muchos son llamados, son elegidos. Y Jair Messías Bolsonaro fue llamado por Dios y elegido por el pueblo brasileño», afirmó.

Bolsonaro ha dicho en repetidas ocasiones que fue un «milagro» haber sobrevivido a la puñalada en el abdomen que un hombre le asestó en septiembre en un mitin electoral.

El mandatario carga aún una bolsa de colostomía, que le debe ser retirada este mes.

La primera reunión de gabinete se llevará a cabo el jueves por la mañana.

Tierras indígenas, ONG, LGBT en la mira

Bolsonaro, elegido en octubre con 57,8 millones de votos (55%), multiplicó en su primer día las iniciativas de ruptura en temas sociales.

Una ordenanza para definir la estructura y funciones del Ejecutivo dispuso confiar la demarcación de las tierras indígenas al Ministerio de Agricultura, colocó a las organizaciones internacionales y ONG bajo la supervisión del gobierno y excluyó a la población LGBT como beneficiaria de las políticas destinadas a la promoción de derechos humanos.

El Ministerio de Agricultura encarna los intereses del agronegocio que entran en frecuentes conflictos con organizaciones de trabajadores rurales, con los indígenas y con grupos de protección del medio ambiente.

Hasta ahora, la demarcación de tierras indígenas estaba a cargo de la Funai (Fundación Nacional del Indio), vinculada al Ministerio de Justicia y que ahora pasa al de la Mujer, Familia y Derechos Humanos.

La organización ecologista Greenpeace calificó de «extremadamente preocupante» una decisión que pone en riesgo «los derechos originales de los pueblos indígenas» y «el futuro de las florestas, pues son las áreas protegidas la forma más eficiente de evitar la deforestación».

Hasta hora no hubo iniciativas específicas para liberalizar la posesión de armas, otra de las banderas de campaña de Bolsonaro para enfrentar la criminalidad rampante.

Ampliar la lucha contra la corrupción

El ministro de Justicia, Sergio Moro, indicó por su lado que la ampliación del combate contra la corrupción y la lucha contra el crimen organizado y contra los crímenes violentos serán las prioridades de su agenda.

«No se combate la corrupción solamente con investigaciones y condenas eficaces», afirmó el ex magistrado, identificado con la Operación Lava Jato que llevó a la cárcel a decenas de políticos y empresarios de primer plano, entre ellos el ex presidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010).