La principal economía sudamericana enfrenta serias dificultades desencadenadas por la desaceleración internacional y un déficit fiscal que determinó recortes por unos 6.000 millones de dólares.

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, atraviesa este comienzo de año acosada por los mercados financieros, que auguran descalabros económicos y de gobernabilidad en el gigante sudamericano, amenazas frente a las que se verá obligada a mostrar toda su muñeca política en compañía del líder del Partido de los Trabajadores, Lula Da Silva.

«La ciénaga brasileña», tituló en tapa el semanario The Economist, uno de los voceros habituales del sistema financiero internacional, publicación que desde hace tiempo tiene entre ceja y ceja a Dilma por un supuesto exceso de políticas «estatistas» que estarían asfixiando a la economía.

No obstante las consideraciones de la publicación, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, prometió que su país «superará la crisis económica que atraviesa y que saldrá fortalecido pese al fuerte ajuste fiscal que su Gobierno está aplicando y a una caída abrupta del empleo».

Ante los problemas reales que enfrenta la economía brasileña y que, por cierto, tienen su impacto en la Argentina, es «de manual» el diagnóstico desde la mirada neoliberal de The Economist.

Para la revista, «la productividad de los trabajadores brasileños no justifica aumentos salariales adicionales», a la vez que cuestiona «que el salario mínimo se encuentre indexado por inflación».

Según Rousseff: “Nosotros pasamos por dificultades coyunturales, (pero) pueden creer que Brasil saldrá en otro nivel. Así podremos crecer garantizando el empleo y el crecimiento de la economía”, agregó la presidenta.

A pesar de las afirmaciones de la primer mandataria, la revista augura un panorama sombrío para la economía del vecino país y se pregunta si Brasil tiene un mal año o más bien está «atascado» de cara al mediano plazo.

La extensa nota publicada ofrece en un recuadro difusión a las tareas del Movimiento Brasil Libre (MBL), un grupo político que impulsa ideas de «libre mercado», y que espera fundar un partido llamado simplemente «Nuevo» de cara a los próximos comicios.

Otro vocero del establishment financiero y también con sede en Londres, como el diario Financial Times, publicó en su sitio web una nota en la que lista de «diez buenas razones para pensar que el gobierno» del PT , que lleva dos meses de nuevo mandato, «se irá» antes de tiempo.

Los vaticinios del medio londinense, ponen sobre aviso a la gestión de Dilma «Hay buenas razones para pensar que la presidenta Dilma Rousseff, quien comenzó su segundo mandato de cuatro años el 1 de enero pasado, no durará mucho más», señala el matutino.

Entre las razones está el escándalo de corrupción desatado en torno a la petrolera estatal Petrobras, la caída en la confianza de los consumidores, crecientes inflación y desempleo, así como los problemas energéticos y de suministro de agua potable.

Para acallar las críticas por corrupción, Dilma eligió a un hombre de su confianza en Petrobras, nombró a Aldemir Bendine, que se desempeñaba como presidente ejecutivo del Banco de Brasil. El mercado tomó la noticia con pesimismo y la acción de la petrolera se derrumbó 7,8%.

Con esta decisión, algunos inversores expresaron preocupación por los antecedentes de Bendine vinculados al sector público y su cercanía con Rousseff, el pronóstico fue que sería difícil revertir la mala fortuna de Petrobras. Muchos inversores culparon a las políticas intervencionistas de la presidenta por los problemas de la compañía, además de los años de desaceleración económica en Brasil.

Las acciones de Petrobras se han derrumbado un 60% desde septiembre, luego de que fiscales denunciaron que la empresa estuvo plagada durante años por esquemas de sobornos y manipulación de contratos por miles de millones de dólares.

En este contexto, Rousseff enfrentó en las últimas horas cortes de ruta por parte de transportistas.

Según reportes de la agencia Reuters llegaron a ser 88 en todo el país y bajaron a algo más de 60 luego de que la Presidenta amenazara con multar y arrestar a los manifestantes.

La protesta apunta sobre todo al creciente precio del gasoil: el gobierno propuso a los manifestantes congelarlo por seis meses, aunque no reducirlo, situación que no apaciguó el conflicto.

El gobierno petista tiene varios frentes abiertos, uno de ellos la inflación: en febrero los precios al consumidor subieron al mayor ritmo en doce años, impulsados por el incremento en las tarifas eléctricas.

En doce meses, el índice subió un 7,36%, lejos de la meta oficial de 4,5% y de la tasa de 6,69% que mostraba a mediados de enero.

Esta semana el fundador del PT, el ex presidente, Lula da Silva, se mostró en un acto defendiendo tanto al gobierno como a la estatal Petrobras, en medio de múltiples ataques por el manejo de la crisis derivada de escándalos de corrupción.