Miles de seguidores del presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, se reunieron este domingo en varias ciudades del país para mostrar su apoyo al dirigente, cuyo inicio de mandato está siendo muy agitado.

Los manifestantes salieron a la calle a petición de movimientos ultraconservadores que exigen que el Congreso, al que acusan de encarnar «la vieja política», acelere la aplicación de las reformas promovidas por el gobierno de Bolsonaro, al frente del país desde enero.

Las protestas llegan en un momento en que el presidente afronta una erosión rápida de su popularidad y una ola de contestación en las universidades. La movilización se considera además como una respuesta a las protestas contra recortes presupuestarios en educación que más de 1,5 millones de estudiantes y profesores celebraron el 16 de mayo en más de 200 ciudades.

En la famosa playa de Copacabana, en Río de Janeiro, miles de personas se reunieron en una mañana soleada. Muchos de los presentes llevaban banderas brasileñas o vestían las camisetas amarillas de la selección nacional de fútbol.

Unas 3.000 personas se congregaron por la mañana en Brasilia y otros cientos de manifestantes desfilaban en otras ciudades del país. Una de las movilizaciones más importantes se espera por la tarde en Sao Paulo.

Una decena de quincuagenarios vestidos de uniforme militar y tocados con una boina roja decidieron hacer una serie de flexiones, gritando en cada una de ellas. Uno de ellos, el exparacaídista Geralmir dos Santos, acudió al encuentro «para respaldar los proyectos del gobierno». «Hace cinco meses que Brasil ya no avanza porque Rodrigo Maia (el presidente de la Cámara de Diputados), con sus maniobras satánicas, lo bloquea todo. Es necesario que entiendan que Brasil no les pertenece», se indigna.

El Parlamento, donde el partido presidencial apenas dispone del 10% de los escaños, parece cada vez más reacio a votar la esperada reforma de las pensiones prometida por Bolsonaro desde su campaña.

Los diputados también han obligado al presidente a revisar varias reformas, entre ellas un decreto sobre la tenencia de armas.

El mandatario, que asiste este fin de semana a la boda de uno de sus hijos en Río de Janeiro, se planteó participar en la manifestación de Copacabana, pero anunció esta semana que finalmente no acudiría y aconsejó a sus ministros abstenerse de unirse a las protestas.

Bolsonaro compartió, sin embargo, fotos y vídeos de las movilizaciones que este domingo se celebran en varias ciudades brasileñas.

Ayudemos a nuestro presidente»

Algunos asesores del presidente temían que Bolsanaro quedara asociado a unos lemas demasiado extremistas en esas manifestaciones, después de que grupos ultraconservadores pidieran en las redes sociales el cierre del Congreso y de la Corte Suprema.

En Copacabana, un camión portaba una pancarta en la que se podía leer «intervención militar ahora», exigiendo un golpe de Estado como el de 1964, que dio paso a dos décadas de dictadura.

Un periodo que el presidente, excapitán del ejército, siempre alabó. Otros carteles ofrecían mensajes más sobrios como «ayudemos a nuestro presidente a reconstruir nuestro Brasil».

«Estoy aquí para la reforma de las pensiones, que será buena para los pobres. Quienes no la quieren son unos corruptos», declaró Janelsa Salomao, una funcionaria negra de 59 años. «Gracias a los brasileños por luchar por mi futuro», rezaba una pancarta sujetada por su nieta de cinco años.

Los grupos que convocaron las manifestaciones son muy heterógeneos. Incluyen, por ejemplo, a los seguidores de Olavo de Carvalho, el «gurú» de Bolsonaro exiliado en Estados Unidos, así como grupúsculos de extrema derecha y sindicatos de camioneros.

«La idea de los manifestantes es defender al gobierno. Para ellos, el sistema está podrido», explica Sylvio Costa, fundador de Congresso em Foco, un sitio web especializado sobre el Parlamento.

Para Andre César, de la consultora Hold, la situación podría complicarse aunque las manifestaciones sean un éxito. «Sería un éxito aparente. En Brasil no se puede gobernar sin Parlamento».