La norteña región siria de Idleb estaba este viernes en relativa calma en medio de una tregua acordada ayer por Rusia y Turquía para acabar con una escalada que ha provocado una crisis humanitaria y que amenazaba con un conflicto directo entre ambos países.

El alto el fuego entró en vigor a medianoche local, y pese a algunos tiroteos intermitentes en las primeras horas, parecía ser respetado, según informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

«Hay ausencia total de aviones de guerra rusos en el espacio aéreo de Idleb», dijo Rami Abdel Rahman, director de la ONG con sede en Londres y una amplia red de informantes in situ, informó la agencia de noticias EFE.

El alto el fuego busca poner fin a combates librados por el Ejército turco y rebeldes islamistas aliados contra tropas de Siria y Rusia que llevan adelante una ofensiva en Idleb contra los insurgentes.

Según Abdel Rahman, se produjo un primer intercambio de disparos antes del amanecer que mató a seis combatientes sirios y nueve miembros del grupo islamista Partido Islámico de Turkistán, pero tras eso los beligerantes parecían estar observando el alto el fuego.

El acuerdo hizo crecer las esperanzas de poner fin a una de las fases más sangrientas del conflicto sirio, pero los residentes de Idleb -último bastión de los insurgentes- se mostraron escépticos de que este acuerdo dure más que otros anteriores.

El pacto también contempla establecer un amplio corredor de seguridad de 12 kilómetros a lo largo de la autopista M4, que corre del este al oeste de Siria y pasa por Idleb.

El corredor estará patrullado conjuntamente por tropas rusas y turcas a partir del 15 de marzo.

El acuerdo de alto el fuego fue alcanzado y firmado ayer en Moscú por el presidente ruso, Vladimir Putin, y homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, durante un encuentro de seis horas.

El pacto servirá «como buena base para terminar con los enfrentamientos en la zona de distensión de Idleb, poner fin al sufrimiento de la población civil y contener una crisis humanitaria creciente», dijo el ruso, citado por la agencia de noticias rusa Tass.

Turquía ha sufrido varias bajas entre los miles de militares que ha enviado al norte de Siria desde diciembre, en su intento de frenar la ofensiva de Siria y Rusia contra rebeldes islamistas apoyados por el Ejército turco.

La ofensiva causó una catástrofe humanitaria, con casi 1 millón de personas que debieron abandonado sus hogares por los combates en el mayor éxodo forzoso de personas en casi nueve años de guerra en Siria, que se cumplen este mes.

Cientos de civiles han muerto por los bombardeos y combates, que también han alcanzado decenas de instalaciones médicas.