Un tribunal de Corea del Sur inició hoy el «juicio del siglo» contra el jefe del conglomerado de empresas multinacionales Samsung, Jay Y. Lee, acusado de pagar sobornos a la presidenta del país a cambio de favores, en medio un escándalo que sacude los cimientos económicos y políticos del país asiático.

Lee está acusado de soborno, malversación de fondos y varios otros delitos en un escándalo de corrupción con escasos antecedentes en el país, que incluso llevó a un proceso de destitución contra la presidenta Park Geun-hye, que mañana será ratificado o invalidado por el Tribunal Constitucional del país.

La audiencia preparatoria de una hora celebrada hoy en el tribunal del distrito central de Seúl no contó con la presencia de Lee, de 48 años, quien es defendido por un equipo de 13 de los abogados más destacados de Corea del Sur, todo ellos ex fiscales o ex jueces.

El coreano, que se encuentra bajo custodia en el Centro de Detención de Seúl desde su arresto, el mes pasado, por ley no estaba obligado a presentarse ante la Corte en esta audiencia preliminar, celebrada para organizar las pruebas y fijar fechas para las declaraciones de los testigos.

La semana que viene se decidirá la fecha de la próxima audiencia, informó la agencia de noticias Reuters.

En la audiencia preliminar de hoy, la defensa de Lee negó todos los cargos en su contra, alegando que la acusación del fiscal especial cita conversaciones, pruebas o testigos que la fiscalía realmente no oyó, investigó o entrevistó según la normativa o incluye opiniones que no son hechos.

«No está claro qué clase de orden se supone que ha dado Lee Jae-yong», dijo al tribunal el abogado defensor de Lee, Song Wu-cheol, usando el nombre coreano de su cliente.

«La acusación no puede incluir declaraciones que puedan crear prejuicios en el tribunal sobre el caso», dijo Song a los periodistas a su salida del recinto. El grupo Samsung ha negado repetidamente haber cometido irregularidades.

Entre las acusaciones contra Lee está dar sobornos a una empresa y organizaciones vinculadas a una amiga de la presidenta Park, la «Rasputina» Choi Soon-sil, la mujer en el centro del escándalo, para consolidar el control de su imperio, que abarca desde teléfonos inteligentes a productos biofarmacéuticos.

Los pagos -de acuerdo a la fiscalía- se realizaron a cambio de que el fondo público de pensiones autorizara en el año 2015 una fusión de dos filiales de Samsung (una de las cuales estaba participada por el mencionado fondo) que refuerza el control del clan Lee sobre este grupo, pilar básico de la economía surcoreana.

Lee tomó en 2014 las riendas del mayor grupo empresarial surcoreano, que aporta la quinta parte del PBI nacional después de que su padre, Lee Kun-hee, sufrió un infarto que lo dejó incapacitado.

La sentencia está prevista para fines de mayo, de acuerdo a la agenda organizada durante la audiencia.