Una delegación del gobierno sirio se reunió este miércoles en Ginebra con el enviado especial de la ONU, Staffan de Mistura, un pequeño paso en las complejas negociaciones de paz en Ginebra.

El gobierno sirio, fortalecido por las victorias militares de los últimos meses, había anunciado el domingo que no iba a concurrir a Ginebra debido a las declaraciones de la oposición que había vuelto a reclamar la renuncia del presidente Bashar al Asad.

Rusia, aliado militar y político de Siria, convenció finalmente al gobierno sirio para que acudiera a Ginebra, donde llegó la delegación oficial este miércoles con 24 horas de retraso.

Previamente, Rusia había hecho un gesto de buena voluntad anunciando, en una reunión de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad celebrada en la ciudad helvética, un alto el fuego entre el ejército sirio y los rebeldes en la Guta Oriental, una región cercana a Damasco.

La reunión con la delegación siria fue «constructiva y profesional» explicó Staffan de Mistura en un hotel de Ginebra.

Luego precisó a los periodistas que esta ronda de negociaciones podría prolongarse hasta la semana que viene.

El gobierno sirio accedió a participar con la condición de que no se negocie la suerte del presidente Al Asad.

En la víspera, De Mistura, que ya presidió siete ciclos de discusiones en Ginebra desde 2016, abrió oficialmente durante una reunión con la delegación de la oposición la octava rueda de negociaciones.

La semana pasada, en un encuentro en Riad entre todas las tendencias de la oposición siria se decidió enviar, por primera vez, una delegación única para negociar con el gobierno.

El lunes, en Ginebra el jefe de la delegación de la oposición, Nasr Hariri, echó leña al fuego reafirmando que la salida de Al Asad era una condición previa a cualquier transición hacia la celebración de elecciones.

El mediador de la ONU es consciente de que las provocaciones ante las cámaras no contribuyen a hacer avanzar la negociación.

En septiembre De Mistura había llamado a la oposición siria a ser «bastante realista para darse cuenta que no había ganado la guerra».

«Esperamos que van a ser pragmáticos y flexibles» con respecto al futuro político de Al Asad, dijo por su parte un diplomático europeo que sigue las negociaciones.

Ahora que la guerra llega a su fin, Rusia, cuya intervención militar en noviembre de 2015 salvó al régimen sirio, busca una solución política.

El presidente ruso Vladimir Putin sabe que necesita a la ONU para hacer avanzar sus peones y salvaguardar sus intereses en Siria.

«Pienso que tienen algunas cartas en la mano, pero no tienen todas las cartas», dijo el mismo diplomático europeo refiriéndose a los rusos.

«Sólo Ginebra es legítima» y «sólo Ginebra desbloqueará la ayuda internacional masiva necesaria para poner a Siria de pie», agregó.

Al cabo de seis años de conflicto, que dejaron hasta ahora 340.000 muertos y millones de desplazados y refugiados, la ONU estima que serán necesarios al menos 250.000 millones de dólares para reconstruir el país.

Aprovechando la inercia diplomática de Estados Unidos tras la elección del presidente Donald trump, Vladimir Putin multiplicó, con éxito, las iniciativas diplomáticas.

Con la ayuda de Irán, otro aliado de Siria, y Turquía, que por su parte apoya a algunos sectores de la oposición, organizó en Astaná, capital de Kazajastán, varias reuniones con integrantes de la oposición y del gobierno sirio que permitieron establecer cuatro zonas de «distensión», cosa que la ONU no había logrado.

Tras una cumbre con los presidentes de Turquía e Irán, Putin aspira a organizar en 2018 un «Congreso del diálogo nacional» sirio con la participación de todos los protagonistas del conflicto.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, declaró por su parte que las negociaciones de Ginebra son la «única base posible para la reconstrucción del país y la implementación de una solución política que no deje ningún papel al régimen de Al Asad o a su familia en el gobierno sirio».

De Mistura, que se califica a si mismo de «optimista incorregible», espera poder centrar las discusiones en la redacción de una nueva constitución y la organización de elecciones bajo la égida de la ONU, dos puntos aceptables para Al Asad.