La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, acusó este lunes a la oposición de querer anticipar las elecciones presidenciales de 2018, en medio de un recrudecimiento de la tensión política luego de que la policía obligase al ex mandatario Lula a declarar por el caso de corrupción en Petrobras.

Rousseff endilgó parte de los problemas que atraviesa Brasil a una «sistemática crisis política que provocan aquellos que están inconformes, que perdieron las elecciones y quieren anticipar la elección de 2018». El expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, antecesor y mentor político de Rousseff, fue llamado el viernes a declarar ante la policía por el escándalo de corrupción que le costó más de 2 mil millones de dólares a la estatal Petrobras.

Fiscales brasileños sospechan que Lula aceptó millonarios favores de constructoras acusadas de desfalcar a la petrolera, en una megacausa que investiga un sistema político-empresarial de sobornos y fraudes destinado a financiar fuerzas aliadas al gobierno y a enriquecer a los involucrados. Rousseff, que visitó a Lula en Sao Paulo en señal de apoyo el domingo, volvió a criticar la actuación de la justicia.

«No tiene el menor sentido, conducirlo por orden judicial, para prestar declaraciones, si Lula jamás se negó a ir», afirmó la presidenta durante un acto de inauguración de viviendas sociales en el sur de Brasil en el día de hoy. Rousseff, quien enfrenta dos procesos que podrían terminar anticipadamente su mandato, acusó a la oposición de querer «dividir el país».

La amplia repercusión mediática de esta nueva fase de la investigación judicial también atizó la disputa entre detractores y simpatizantes del gobierno, que prometieron salir a las calles en los próximos días a defender sus respectivas banderas. Lula prometió luchar por su inocencia: «Si me quieren derrotar, me tendrán que enfrentar en las calles de este país», afirmó.