El Ejército de Sudán dio este jueves un golpe de Estado contra el presidente Omar al Bashir y puso fin a sus 30 años en el poder, en respuesta a meses de crecientes protestas populares.

El ministro de Defensa y jefe del Estado Mayor anunció que las Fuerzas Armadas se harán cargo del gobierno del país por un periodo de dos años y bajo una ley marcial, ignorando el reclamo de los manifestantes de una transición civil y democrática.

La caída y arresto de Al Bashir llegaron menos de una semana después de que protestas similares en Argelia derivaran en la renuncia del veterano presidente de ese otro gran país árabe del norte de África, Abdelaziz Bouteflika.

Juntas, las manifestaciones constituyen una segunda oleada de protestas ocho años después de los levantamientos de la llamada primavera árabe, que terminaron echando del poder a varios líderes autoritarios en África y Medio Oriente. Pero al igual que en esas revueltas populares de 2011, las nuevas manifestaciones se enfrentan ahora a una dinámica similar: una lucha tras la remoción del líder.

Luego del anuncio del golpe, los organizadores de las protestas prometieron continuar con sus marchas hasta que se forme un gobierno de transición civil.

Decenas de miles de personas permanecían este jueves en una sentada de protesta iniciada hace seis días frente al cuartel de la Comandancia General del Ejército en Jartum, la capital.

Al Bashir llegó al poder en 1999 también a través de un golpe de Estado, apoyado por los militares y por islamistas radicales, y había sobrevivido a múltiples golpes que amenazaban con derribarlo.

En sus dos décadas en el poder, Al Bashir se vio forzado a aceptar la secesión del Sudán del Sur luego de años de guerra, lo que constituyó un enrome revés para la economía sudanesa.

Luego empezó a ganarse titulares en diarios de todo el mundo por su brutal campaña represiva contra insurgentes separatistas de la región occidental de Sudán, que lo convirtió en un paria internacional, acusado de crímenes de guerra por la Corte Penal Internacional.

Estados Unidos impuso varias tandas de sanciones a su gobierno y bombardeó objetivos en Sudán por su apoyo a grupos islamistas.

Las protestas iniciadas en diciembre pasado se convirtieron en su mayor desafío y en la mayor crisis del país en décadas.

Las manifestaciones comenzaron como expresión del descontento por el deterioro de la economía, con alta inflación y desempleo, y escalaron a la exigencia de que renunciara, tomando impulso tras la caída de Bouteflika.