El Parlamento israelí acordó unos controvertidos fondos para judíos ultraortodoxos en el presupuesto del Estado para 2023-2024 aprobado este miércoles, en una medida que desató desde el martes masivas protestas de la oposición contra el Gobierno de coalición liderado por el primer ministro Benjamín Netanyahu, a quien acusaron de «saquear al país».

Netanyahu había anunciado el martes que el Estado otorgaría a los hombres judíos ultraortodoxos casados que prosiguen los estudios religiosos, en lugar de trabajar, una partida de 250 millones de séqueles (67,5 millones de dólares), además de las ayudas de las que ya se beneficia esa comunidad.

Esto fue posible gracias a un acuerdo de último momento con uno de los partidos ultraortodoxos de la coalición de gobierno.

El presupuesto fue finalmente aprobado por una mayoría de 64 diputados, de los 120 de la Knéset (Parlamento), que corresponde a los miembros del bloque de derecha de Netanyahu.

«Ganamos las elecciones, hemos aprobado el presupuesto, seguimos durante cuatro años más», se congratuló el premier en un mensaje en Facebook, tras semanas de negociaciones con sus socios para lograr un acuerdo.

El Ejecutivo de Netanyahu, que incluye la derecha, la extrema derecha y partidos ultraortodoxos, tenía hasta el 29 de mayo para aprobar el presupuesto o convocar nuevas elecciones.

«Mientras dormían, fue adoptado el peor presupuesto y el más destructor de la historia del país», fustigó el jefe de la oposición, Yair Lapid, también en Facebook.

«Este presupuesto es la violación del contrato con los ciudadanos de Israel, que todos nosotros, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos seguiremos pagando», objetó Lapid, citado por la agencia de noticias AFP.

Los organizadores de la protesta dijeron en un comunicado que esto “no es un presupuesto estatal que se someterá a votación, sino un asalto a las arcas públicas que destruirá la economía de Israel en las generaciones venideras».

Y luego afirmaron que “en una democracia los fondos se invierten en el público y en el crecimiento, en las dictaduras el dinero se distribuye entre los allegados al Gobierno. Este presupuesto es un paso para convertir a Israel en una dictadura”.

La negociación se produjo frente a la inminente amenaza de que si no se aprobaba el presupuesto antes del 29 de mayo, el Gobierno caería automáticamente para dar paso a elecciones anticipadas.

Netanyahu junto al líder de Sionismo Religioso (SR) y titular de la cartera de Finanzas, Bezalel Smotrich, alcanzaron un acuerdo «in extremis» con el partido ultraortodoxo Judaísmo Unificado de la Torá (UJT) y luego con el de extrema derecha Poder Judío -del líder colono y ministro de Seguridad Itamar Ben-Gvir- antes de la votación.

Durante las discusiones presupuestarias, el partido de Ben Gvir boicoteó varias votaciones en la Knesset y permitió que se aprobara la legislación de la oposición.

Estos gastos fueron duramente criticados por los sectores laicos de la política y la sociedad israelí, que denuncian que los ultraortodoxos no cumplen con el servicio militar ni trabajan y que las escuelas talmúdicas no forman para el mercado laboral al tener carencias en matemáticas, ciencias o inglés.

En Israel, el servicio militar de varios años es obligatorio para hombres y mujeres, salvo para los ultraortodoxos, que representan un 12 % de la población.

El presupuesto implica un incremento del gasto del 5 % a pesar del momento económico delicado que vive el país en el contexto de inestabilidad mundial y no incluye medidas para paliar la inflación.

Netanyahu asumió a fines de diciembre como primer ministro gracias a una coalición con la que formaron el Gobierno más religioso y ultranacionalista de la historia de Israel.

Las recientes protestas antigubernamentales incorporaron cuestiones económicas como el costo de vida y el contenido del presupuesto estatal.

La del sábado pasado en Tel Aviv, por ejemplo, se centró en el costo de vida y la relación entre religión, sociedad y Estado.

Foto:  Yonatan Sindel / Flash90