En medio de promesas del presidente Lenin Moreno de volver a la capital y una nube espesa de gases lacrimógenos que inunda las angostas calles que rodean el centro histórico, decenas de miles profundizaron este miércoles sus protestas y marcharon hacia el corazón militarizado de Quito y frente al Palacio de la Presidencia de Ecuador.

Pese a la tensión que dejó una nueva noche de represión con más de 600 detenidos, el gobierno anunció un aumento del pasaje de colectivo urbano, que pasa de 0,25 a 0,35 dólares, uno de los incrementos que los manifestantes y la cúpula del movimiento indígena citaron como una de las causas de las protestas en los últimos días.

Aunque el malestar de estos sectores sociales con el gobierno de Moreno no comenzó la semana pasada, su decisión de eliminar por completo los subsidios a los combustibles radicalizó su oposición, una medida enmarcada en el programa de reestructuración del Fondo Monetario Internacional (FMI).

La eliminación de los subsidios, que regían desde hace más de 40 años, llevó el precio de la nafta de 1,85 dólares el galón (3,78 litros) a 2,39, y el diésel, de 1,03 dólares a 2,29, un aumento del 123%.

Desde el lunes, los manifestantes comenzaron a llegar por miles a la ciudad capital, en respuesta al llamado de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie), la mayoría de ellos provenientes de las provincias de la región Sierra y Amazonia, a los que se sumaron estudiantes de varias universidades y miembros de organizaciones sociales del país.

Las clases fueron suspendidas en todo el país y, pese a la promesa del gobierno de reanudarlas, aún no lo consiguió.

En paralelo, el presidente Lenin abandonó la capital e instaló la sede del gobierno en la ciudad de Guayaquil, el corazón económico del país y tradicional bastión de la centro derecha.

Desde allí y mientras la masiva columna de indígenas cruzaba Quito y se acercaba al militarizado centro histórico, la ministra de Gobierno, María Paula Romo, informó en una rueda de prensa que el presidente Moreno, el ministro de Defensa, Oswaldo Jarrín, y ella se trasladarán a la capital «en unos minutos para supervisar, monitorear las cosas».

Aún no había ninguna noticia de la llegada del presidente y sus ministros, cuando el vicepresidente, Otto Sonnenholzner, aseguró, en una nueva cadena nacional, desde Guayaquil, que están «logrando frenar» las protestas.

«Gracias al esfuerzo de todos, gracias a lo que hacemos en conjunto con las Fuerzas Armadas, con la Policía Nacional, con los municipios del país estamos logrando frenar esta pretensión de desestabilizar al gobierno nacional por parte de grupos políticos organizados y enfocados en hacerle daño a Ecuador», dijo, citado por la agencia de noticias EFE.

Mientras tanto, en Quito, las escenas era de caos, represión y violencia.

Lejos de disolverse las manifestaciones, los gases lacrimógenos y los enfrentamientos con la Policía, una parte minoritaria de la columna principal de la marcha logró llegar a la Plaza de la Independencia, frente al Palacio de Carondelet, la sede del gobierno, evacuada el lunes pasado.

En los alrededores, en las angostas calles que caracterizan la parte vieja de la ciudad, la escena, por momentos, era de batallas campales entre la Policía y pequeños grupos de manifestantes que respondían a los gases con piedras.

En ese contexto, la Cruz Roja Ecuatoriana anunció que dejaba de operar en la zona «por falta de garantías», según un comunicado difundido por la organización.

Horas antes, una figura que el presidente Moreno señaló como el cerebro detrás de las protestas pero que el movimiento indígena rechaza y hasta repudia, el ex mandatario Rafael Correa, había pedido nuevamente elecciones anticipadas como una solución a la crisis.

«Si es necesario que sea candidato, lo seré. A mí me inhabilitaron para ser presidente porque todo fue ilegal, todo fue inconstitucional, pero de vicepresidente para abajo, yo no tengo ningún problema para participar», indicó en una rueda de prensa en el Parlamento Europeo, al que fue invitado por la bancada de Izquierda Unida.

Para él, las autoridades ecuatorianas «van a crear esos problemas, van a buscar cómo impedir mi participación porque saben que los derrotamos».