Por tercer día consecutivo, toda Francia vivió ayer una tensa jornada marcada por huelgas y protestas en contra de la reforma laboral impulsada por el gobierno socialista y apoyada por parte de la derecha y por la promesa de las autoridades de castigar duramente a los manifestantes que atacaron a dos policías.

Una vez mas, los sindicatos lograron afectar algunos sectores estratégicos como aeropuertos, refinerías y puertos.

Unas 400.000 personas marcharon en las calles de las principales ciudades del país, un cuarto de ellas en París.