En los últimos tres meses y medio, Gaza ha experimentado una crisis humanitaria sin precedentes a raíz de los ataques terroristas de Hamás a Israel, desencadenando un conflicto armado que ha dejado un rastro de destrucción y desesperación. Con más de 25.000 palestinos muertos y aproximadamente 63.000 heridos en tan solo 107 días, la población se enfrenta a una situación crítica y desgarradora.

Desde el 7 de octubre, más de dos millones de personas, equivalentes al 85% de la población de Gaza, han sido desplazadas debido a los continuos bombardeos e incursiones israelíes. Las estimaciones de Naciones Unidas subrayan la magnitud del éxodo, reconociendo las dificultades para llevar un registro preciso debido a las órdenes de evacuación y la creciente inseguridad en la región.

En medio de este éxodo masivo, la gobernación de Ráfah, en el extremo sur de Gaza, alberga a casi un millón de refugiados en apenas 62 kilómetros cuadrados, generando una densidad poblacional extrema de más de 15.700 personas por kilómetro cuadrado. La situación es desgarradora, con cientos de miles de personas sin hogar, enfrentando las inclemencias del tiempo y temperaturas de hasta ocho grados durante la noche.

La precariedad de las condiciones de vida ha provocado una serie de problemas de salud, con más de 8.000 casos de hepatitis A registrados en los abarrotados refugios. Además, se ha destacado el riesgo para las 60.000 mujeres embarazadas que podrían no recibir atención adecuada en caso de complicaciones, contribuyendo a un preocupante aumento de abortos espontáneos y nacimientos prematuros.

Aunque algunos hospitales siguen operativos, la capacidad se ve gravemente limitada, especialmente en el sur de Gaza, donde el principal desafío no es solo el acceso a medicamentos, sino también la falta de espacio para los heridos. La escasez de recursos para las operaciones médicas y la interrupción constante de los servicios de comunicación agravan aún más la situación, dificultando una respuesta rápida a las necesidades humanitarias.

El impacto en la infraestructura de Gaza es evidente, con entre el 50% y el 62% de todos los edificios sufriendo daños o siendo destruidos hasta el 17 de enero. La presión de las Fuerzas Armadas de Israel para que la población civil abandone el norte de la Franja no ha garantizado la seguridad, ya que los ataques se han dirigido incluso a hospitales, escuelas y campamentos de refugiados.

La ayuda humanitaria exterior enfrenta obstáculos significativos debido al cierre de las fronteras, con un ritmo de convoyes que está lejos de ser suficiente para abordar la magnitud de la catástrofe. La falta de recursos se suma a la agresión contra el personal humanitario y periodistas, con un número sin precedentes de víctimas en ambos sectores.

Las cifras son impactantes: al menos 152 empleados de Naciones Unidas y 337 trabajadores sanitarios han perdido la vida desde el inicio de la guerra. Además, 117 periodistas han sido asesinados en el ejercicio de su profesión, según informes de la ONU. Estos hechos han llevado a organizaciones como Reporteros Sin Fronteras a calificar la situación como una «masacre sin precedentes».

El costo humano se refleja especialmente en mujeres y niños, con el 70% de las víctimas mortales del conflicto perteneciendo a este grupo. La amenaza de hambruna afecta a 378.000 personas, agravando la situación de mujeres y niñas que luchan por acceder a suministros y recursos.

Cada hora, dos madres en Gaza pierden la vida debido al conflicto, según un informe de ONU Mujeres. La difícil situación se agrava para aquellas que son cabeza de familia, lidiando con la responsabilidad de sostener a sus familias sin empleo ni ingresos. Actualmente, aproximadamente 3.000 familias en Gaza están lideradas por mujeres debido a la pérdida de sus esposos en el conflicto, mientras que 10.000 niños han quedado huérfanos.

A pesar de la tragedia, la juventud de la población gazatí se aferra a la esperanza. Desde el inicio del conflicto, casi 20.000 bebés han nacido en este territorio palestino, recordándonos la resiliencia humana incluso en medio de las condiciones más adversas. Gaza, atrapada en una espiral de destrucción, espera desesperadamente una solución a un conflicto que ha dejado cicatrices imborrables.