Las incursiones de aviones militares chinos a la zona de defensa aérea de Taiwán casi se duplicaron en 2022, con un repunte en el uso de bombarderos y cazas mientras Pekín intensifica sus amenazas sobre la isla.

China envió 1.727 aviones a la zona de identificación aérea (ADIZ) taiwanesa en 2022, según una base de datos de la agencia de noticias AFP basada en actualizaciones diarias divulgadas por el ministerio de Defensa de Taipéi.

La cifra supera ampliamente las 960 incursiones de 2021 y las 380 de 2020.

Los vuelos de aviones caza pasaron de 538 en 2021 a 1.241 el año pasado, mientras la incursión de bombarderos H6, con capacidad nuclear, pasaron de 60 a 101.

Analistas militares señalan que China ha utilizado las incursiones para sondear la defensa taiwanesa, agotar su vetusta fuerza aérea y expresar su molestia por el apoyo occidental a Taipéi.

«Quieren mostrar su determinación, su voluntad y presionar a Estados Unidos: no se acerquen mucho a las líneas rojas, no crucen las líneas rojas», comentó Lee Hsi-min, ex jefe del Estado Mayor Conjunto taiwanés.

El Gobierno de Xi Jinping sostiene que Taiwán, un territorio de gobierno autónomo, es parte de China, y se comprometió a recuperarlo.

Las relaciones entre las partes se agravaron en 2022 tras la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a la isla a principios de agosto, pese a las advertencias de Beijing, que interpretó ese viaje como el apoyo de Washington a los independentistas taiwaneses.

Ese mismo mes hubo un récord de 440 incursiones aéreas chinas y la primera de drones, con 71 ataques reportados por las fuerzas armadas taiwaneses.

China ha empleado aviones militares para expresar su molestia ante hechos específicos.

A mediados de diciembre, Joe Biden promulgó una ley de gastos de defensa que incluye hasta 10.000 millones de dólares en subvenciones militares a Taiwán.

Poco después, el 25 de diciembre, Pekín envió 71 aviones militares a realizar «ejercicios de ataque» en respuesta a lo que calificó como una «escalada de colusión y provocaciones» de parte de Washington y Taipéi.

China y Taiwán están separadas de hecho desde 1949, cuando las tropas comunistas de Mao Tse-Tung derrotaron a los nacionalistas, que se refugiaron en la isla.

Estados Unidos reconoció en 1979 al gobierno de Pekín como el de toda China, incluyendo a Taiwán, aunque siguió dando respaldo militar a la isla.

La «reunificación» es un objetivo prioritario para China y una primera línea roja que -aseguran- no debe cruzarse.

En octubre pasado, durante una charla telefónica con el presidente estadounidense, Joe Biden, Xi le dijo formalmente que evitara «jugar con fuego», aludiendo a las eventuales intrusiones en su política respecto de ese territorio insular cuya soberanía reclama.

Washington rechaza cualquier cambio forzado en la condición de Taiwán y tiene un mandato del Congreso para suplir a la isla con los medios requeridos para su defensa.

Pero Washington mantiene una política de «ambigüedad estratégica» en la que no se compromete claramente a acudir en su defensa en caso de agresión directa, en parte para que China piense en el costo de una invasión, en parte para disuadir a Taiwán de declarar formalmente su independencia.

El apoyo a Taiwán es un tema de consenso bipartidista en Washington, donde crece el temor de que China recurra a la fuerza contra la isla, en especial después de la invasión rusa a Ucrania.

La zona de identificación de defensa aérea es diferente del espacio aéreo de un país, e incluye una zona más amplia en la que los aviones que ingresan deben identificarse ante las autoridades aéreas locales.

Analistas consideran que la creciente entrada china a la ADIZ taiwanesa es parte de sus tácticas para mantener la presión sobre la isla al desgastar a las fuerzas armadas taiwanesas, pero que una invasión sería algo muy arriesgado y costoso.