Las dos Coreas celebraron hoy un nuevo encuentro de alto nivel en la frontera entre ambos países, y Pyongyang propuso que su delegación para los próximos Juegos Olímpicos viaje al Sur por la frontera terrestre, mientras que, en Canadá, la representación de Estados Unidos abogó por más vigilancia militar.

El cónclave coreano constituyó un respiro para la región después del pico de tensión que vivió el año pasado a raíz de las constantes pruebas armamentísticas de Pyongyang, de los ejercicios militares de Seúl y Washington, y de una interminable escalada verbal entre Donald Trump y Kim Jong-un.

En la reunión, Pyongyang propuso la asistencia de unas 230 animadoras norcoreanas a los Juegos Olímpicos que comenzarán el 9 de febrero próximo en el condado surcoreano de PyeongChang, dentro de una delegación más amplia con atletas y artistas, y sugirió que la comitiva viaje al Sur cruzando la frontera terrestre y no en avión a través de China.

Esta iniciativa -de gran valor simbólico- conllevará, no obstante, complicaciones de seguridad ya que se trata de una zona altamente militarizada por dos países, que aún se encuentran técnicamente en guerra.

Al mismo tiempo que las dos Coreas profundizaban este nuevo acercamiento, en Vancouver, Estados Unidos -el principal impulsor de las sanciones internacionales contra Corea del Norte- encabezaba el último día de una cumbre internacional dedicada exclusivamente a la cuestión norcoreana, pero sin la presencia de Pyongyang o Beijing.

Los estados participantes, entre ellos Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia y Japón, acordaron aumentar la vigilancia marítima sobre Corea del Norte y elevar el costo económico y político que paga ese país por sus repetidos ensayos de armas, aunque evitaron referirse al bloqueo naval.