Manifestantes prodemocracia de Myanmar salieron de nuevo a las calles este lunes en la ciudad central de Mandalay, un día después de una letal represión que causó ocho muertos, mientras que la BBC anunció la liberación de su periodista local tras varios días de arresto.

Desde el golpe de Estado del 1 de febrero, que derrocó a la líder civil Aung San Suu Kyi, las protestas diarias han sido reprimidas violentamente por la junta militar en el poder, pese a la presión y las sanciones internacionales.

Unas 250 personas han sido asesinadas y más 2.600 arrestadas, según datos de la Asociación de Ayuda a los Presos Políticos (AAPP), una ONG local.

Por otra parte, la cadena de noticias británica BBC anunció hoy la liberación de su periodista local en Myanmar, Aung Thura, detenido el viernes en ese contexto de represión.

«El periodista de la BBC detenido Aung Thura fue liberado», informó el medio británico, que agregó que había sido secuestrado ese viernes por hombres vestidos de civil en la capital, Naipyidó.

A primera hora de hoy, los manifestantes, incluidos profesores, se manifestaron en Mandalay, la capital cultural del país, de 1,7 millones de habitantes. Algunos llevaban pancartas pidiendo la intervención de la ONU.

La víspera, Mandalay fue escenario de una de las más violentas acciones represivas, que dejaron ocho personas muertas y unas 50 resultaron heridas, según informó la agencia de noticias AFP, que citó fuentes médicas.

También en Rangún, la capital económica, hubo protestas este lunes en la madrugada en algunos barrios, donde los automovilistas hicieron sonar sus bocinas en apoyo al movimiento prodemocracia.

La situación es muy tensa en Rangún, donde 2 de los 5 millones de habitantes están sometidos a la ley marcial.

Los opositores al golpe han decidido desde hace algunos días manifestarse día y noche para intentar evitar la represión de las fuerzas de seguridad.

Pero Birmania se cierra cada vez más. Las conexiones a Internet siguen muy perturbadas y solamente los medios estatales cubren ahora la crisis.

Un alto responsable de la ONU advirtió que los militares birmanos podrían estar cometiendo «crímenes contra la humanidad».

De momento, la junta militar ha ignorado las múltiples condenas internacionales y las sanciones aplicadas por varias potencias occidentales, encabezadas por Estados Unidos y la Unión Europea (UE).