En tal sentido, en Francia afirman que un misterioso satélite ruso “con grandes orejas”, estuvo procurando interceptar comunicaciones de seguridad militar de uno propio.
Según consignó Larouche PAC, la ministra de defensa del país galo, Florence Parly, había dicho en un discurso que “tratar de escuchar a su vecino, no solo es poco amigable, se llama un acto de espionaje”.

“Estuvo cerca, demasiado cerca, tan cerca que uno realmente podría creer que estaba tratando de captar nuestras comunicaciones”, redondeó Parly.

Por ello, el Departamento de Estado de Estados Unidos no dudó en defender la postura de su socio estratégico: “Si, estamos preocupados, no solo por Rusia sino por otros países que utilizan” tales sistemas.

Por su parte, el gobierno de Groenlandia que es semiautónomo de su par de Dinamarca, quiere que sus aeropuertos sean modernizados por razones comerciales y procura darle, entre otros países, la oportunidad a China para que licite los contratos de las obras.

Por ello, tanto Copenhage como Washington reaccionaron fervientemente ya que Estados Unidos tiene una base aérea militar en Thule, en la misma Groenlandia, desde los tiempos de la guerra fría en los que existe como puesto de avanzada estratégica para el país norteamericano.

Mientras algunos funcionarios europeos advierten que la influencia china en el continente se está convirtiendo en un problema de seguridad nacional, sus colegas daneses se preocupan porue los intereses en Groenlandia de las compañías que son parcialmente propiedad del gobierno, podrían tener un impacto duradero en la base de Estados Unidos en Thule.

“La presencia china en Groenlandia complicaría la posición de Estados Unidos en la isla. Al fin y al cabo no es imposible imaginarse que China podría presionar al gobierno de Groelandia para pedir que se vayan los estadounidenses o solicitar permiso para tener una presencia militar china o de uso dual allí”, dijo Jon Rahbek-Clemmensen, profesor asociado del Instituto para Estrategia de la Real Universidad Danesa de Defensa.