El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, retomó oficialmente su campaña electoral de cara a noviembre con un discurso de claro tono confrontativo en el que denunció un «extremismo demócrata», pidió hacer menos tests de coronavirus y propuso una pena de prisión para los que quemen la bandera nacional, como sucedió en las recientes protestas antirracistas.

Con casi 120.000 muertos y más de 2,2 millones de casos confirmados de coronavirus, Trump ignoró todas las medidas de precaución emitidas por su gobierno e hizo firmar un acuerdo a sus simpatizantes para no demandarlo si se contagian para poder realizar anoche el primer acto masivo en Estados Unidos desde el inicio de la pandemia.

Pese a celebrar que «la mayoría silenciosa es más fuerte que nunca», Trump no logró llenar la arena cerrada en Tulsa, Oklahoma. No obstante, miles de personas, sin barbijos y guantes se apiñaron para entrar y salir, y después estuvieron sentadas, una pegada a la otra.

«La elección en 2020 es muy simple: ¿Quieren arrodillarse ante una turba de izquierda o quieren pararse con la frente en alto y orgullosos de ser estadounidenses», propuso Trump para empezar a crear el clima nacionalista que marca su campaña.

Una y otra vez, el mandatario -que buscará la reelección en las urnas frente al probable candidato opositor, el ex vicepresidente Joe Biden- vinculó al Partido Demócrata con el extremismo.

«Los demócratas quieren llenar los tribunales de extremistas», denunció, justo al terminar una semana en la que sufrió varios reveses de la Corte Suprema, un tribunal en el que él consiguió por primera vez en décadas una mayoría conservadora.

Trump criticó las manifestaciones que tomaron durante semanas las calles de ciudades en todo el país y, principalmente, a los alcaldes y gobernadores demócratas que permitieron esto en vez de militarizar con la Guardia Civil y reprimir.

«Quieren demoler nuestra herencia (…) Deberíamos tener legislación para que si alguien quiere quemar la bandera y pisotearla vaya a la cárcel por un año», propuso el mandatario, citado por la canel de noticias CNN.

Trump eligió Tulsa, Oklahoma, para su primer acto electoral, una elección que desató una ola de críticas entre la oposición y la minoría negra, ya que esa ciudad fue el escenario de una de las peores masacres de afroestadounidenses a manos de blancos extremista en la historia moderna del país.

«Somos el partido de Abraham Lincoln y el partido de la ley y el orden», destacó para defenderse de las críticas ya que Lincoln fue el mandatario que impulsó la abolición de la esclavitud en plena guerra civil.

Trump tampoco esquivó a la otra gran crítica que ha recibido en los últimos meses: su mala gestión de la pandemia, que tiene a Estados Unidos como su principal brote en el mundo con cifras muy superiores a las de cualquier otro país.

Lejos de citar las cifras de muertos y contagiados o de mostrar cómo evoluciona la curva de la pandemia en el país, Trump se congratuló por las medidas tomadas hasta ahora y sostuvo que el aumento de casos se debe solamente al aumento de pruebas realizadas.

Por eso, contó, le pidió a su equipo que reduzca los tests que se hacen para detectar infectados.

«Las pruebas son un arma de doble filo: ya hicimos más de 25 millones de de tests, más que ningún otro país en el mundo, pero eso también significa que encontramos más casos positivos. Esa es la parte mala. Cuando uno hace un testeo tan extendido, se encuentran más casos. Por eso le dije a mi gente: ‘Disminuyan los tests’, pero ellos testean y testean«, aseguró el mandatario.

Esta declaración generó un rechazo inmediato en las redes y medios de comunicación y provocó una respuesta rápida de su rival electoral, Biden, quien está cumpliendo a rajatabla las recomiendaciones de distanciamiento social y ya había cuestionado el acto republicano por la posibilidad de generar un brote en un estado que está atravesando una curva ascendente.

«¡Aceleren el testeo!», pidió Biden en Twitter.