Turquía prosiguió este sábado con las purgas desatadas tras el golpe de estado fallido contra el presidente Recep Tayyip Erdogan y extendió los poderes de la policía y anunció el cierre de más de 1.000 escuelas privadas.

Una semana después de que un grupo de militares intentó tomar el poder en una operación que incluyó la movilización de soldados armados y el despliegue de tanques y aviones de combate, el gobierno de Erdogan ha detenido a miles de personas, incluyendo a 300 guardias presidenciales.

Según un decreto publicado este sábado en el diario oficial, las detenciones de los sospechosos de estar implicados en el golpe de Estado frustrado podrán durar hasta 30 días.

La detención provisoria podía durar hasta ahora cuatro días. El ministro de Justicia, Bekir Bozdag, había mencionado el viernes la posibilidad de ampliarla hasta «siete u ocho días», o incluso más, en el marco del estado de emergencia en vigor desde el jueves.

La inquietud por el calibre de las medidas represivas anunciadas ha desatado los fantasmas de que el hombre fuerte de Turquía aproveche la situación para fortalecer su gobierno y amordazar a disidentes.

Estos temores han tensado las relaciones con los aliados de Ankara en la OTAN y proyectan una sombra en las sempiternas aspiraciones de Turquía de entrar en la UE.

Después de que Bruselas lanzara críticas contra la respuesta de Ankara y advirtiera a Erdogan que si se vuelve a instaurar la pena de muerte las aspiraciones del país para entrar en la Unión Europea quedarán enterradas, el presidente turco acusó al bloque de sostener una actitud «tendenciosa y prejuiciosa».

«Hace 53 años que Europa nos tiene esperando en la puerta», declaró a la cadena France 24, en referencia al primer intento de adhesión, realizado en 1963, seguido de un pedido formal en 1987 y del inicio del proceso negociador en 2005.

«Ninguno tuvo que sufrir como nosotros en ese proceso», declaró el presidente turco.