Con una serie de actos en sus 81 provincias, Turquía recuerda hoy el tercer aniversario del fallido golpe de Estado de julio de 2016 en el que murieron 251 personas y más de dos mil resultaron heridas, además de desatar una persecución que dejó decenas de miles de presos y una purga de jueces, militares y funcionarios públicos que afectó a más de 150 mil personas.

«Fue sólo gracias a la unidad de la nación turca que la atroz intentona golpista del 15 de julio del año 2016 fue derrotada», dijo el presidente Recep Tayyip Erdogan en un artículo escrito para el diario oficialista Hurriyet Daily News.

El vicepresidente, Fuat Oktay, emitió un video alusivo en su cuenta de Twitter en el que culpa del «golpe traidor» al clérigo islamista Fethulla Gulen, actualmente exiliado en Estados Unidos y un texto en el que agradece «a la misericordia de nuestro Creador y la determinación de nuestra querida nación» por el fracaso de la intentona,

«El espíritu de esta resistencia épica seguirá vivo para siempre», agrega.

El canciller Mevlut Çavuşoglu -también en Twitter- publicó otro vídeo que recuerda los hechos y señala que en la fecha los turcos «conmemoramos con misericordia a nuestros heroicos mártires que sacrificaron sus vidas por la democracia y la patria».

El islamista Partido Justicia y Desarrollo (AKP), en el poder desde 2002, organizó diversas ceremonias en las 81 provincias turcas.

El opositor Partido Popular Republicano (CHP), en tanto, a través de su lider, Kemal Kilicdaroglu, se sumó a la condena y dijo que el intento de golpe constituyó «un ataque abierto a nuestra república, la democracia y los logros históricos», que no tuvo éxito «gracias al derecho a la defensa, utilizado por los parlamentarios de los partidos políticos de nuestra nación en línea con su compromiso con la democracia».

En el marco de las conmemoraciones, la cadena pública turca TRT proyectará hoy un documental sobre la red de seguidores de Gulen, a quien el gobierno responsabiliza del fallido golpe.

Tras la asonada, Ankara calificó a su cofradía de «organización terrorista» y lanzó una purga que llevó a la suspensión de sus cargos de unos 150.000 funcionarios de sus cargos públicos y el arresto de unas 130.000 personas.

De ese número, unas 50.000 aún permanecen en prisión preventiva, otras 3.500 fueron condenadas a penas de cárcel, 2.000 de ellas con cadena perpetua, mientras aún continúan los procesos judiciales contra militares acusados de golpismo.

El pasado 20 de junio, unos 151 militares fueron condenados a cadena perpetua en uno de los macrojuicios por el golpe.

Ankara recibió duras críticas de la comunidad internacional por la dura reacción, que incluyó la imposición del estado de excepción durante dos años en los que se limitaron los derechos de los detenidos, entre ellos numerosos periodistas.

Grupos defensores de derechos humanos acusan al AKP de Erdogan de aprovechar la situación para limitar la libertad de prensa y acallar las voces críticas con el Gobierno.

Durante este periodo Erdogan logró un ajustado «sí» de la población, ante un referendo, para aprobar una reforma constitucional en virtud de la cual se impuso un sistema presidencial (en sustitución del legislativo anterior) lo que le permitió concentrar todo el poder ejecutivo en sus manos, ya que ahora es jefe de Estado como de Gobierno.

En junio de 2018, el líder islamista logra la reelección con más del 52% de los votos, y salió reforzado también con una clara mayoría parlamentaria

Por otro lado, en estos últimos tres años se produjo un notable deterioro de la relaciones de Ankara con Estados Unidos y la Unión Europea (UE) por diversos motivos.

Uno de los puntos más intensos de disenso se enmarca en la negativa de algunos países a acceder a las solicitudes de extradición de personas acusadas por Turquía de golpismo, por estar vinculadas a la red de Gulen.

Washington se negó hasta ahora a entregar al clérigo islamista a la justicia turca.