A pesar de todo el brillo y el glamour en los anuncios de revistas, parece ser que ninguna información puede hacer que las afirmaciones de la publicidad cosmética tengan una base científica, como a  la industria de belleza le gustaría hacernos creer.

Un nuevo estudio, de la Universidad Estatal de Valdosta, de publicidad en revistas con títulos como Vogue, Glamour y Marie Claire ha encontrado que la mayoría de los productos cosméticos al parecer son falsos, con una proporción significativa a constituir una «mentira absoluta».

Los investigadores  evaluaron 289 anuncios de cosméticos. Esta información incluye declaraciones ambientales (ej. «No hay pruebas en animales»), reclamaciones de respaldo (por ejemplo. «Recomendado por los dermatólogos»), y las afirmaciones científicas (por ejemplo. «Clínicamente probado») dentro de una serie de categorías de productos incluyendo maquillaje, cuidado de la piel facial, productos para el cuerpo, perfumes, entre otros.

Una vez clasificados por los investigadores, las afirmaciones en los anuncios fueron evaluadas por un panel de jueces y se clasificaron de acuerdo a cuatro escalas de veracidad: mentira, omisión, vagos, y aceptables.

Aunque muchos de nosotros ya estamos inclinados a pensar con escepticismo respecto a las afirmaciones hechas por los fabricantes de cosméticos, los resultados del estudio son bastante alucinantes. Sólo el 18% de las afirmaciones hechas en los anuncios resultaron ser aceptables por los jueces, así que de cinco productos, cuatro son vagos o falsos.

En cuanto a las afirmaciones científicas realizadas por los productos, sólo el 14%  es aceptable.

Las afirmaciones ambientales resultaron menos cínicas y en las afirmaciones de rendimiento encontraron que casi todos son considerados como mentiras absolutas.

Si bien la idea de que los anuncios de cosméticos exageran o incluso fabrican sus propios resultados para vender más productos de salud y belleza a precios elevados, ya no será sorpresa para nadie la publicidad como engaño masivo de venta, el cual extermina la credibilidad de la publicidad, haciendo que los consumidores estén a la defensiva.