Por Federico Morel

Fueron más de cincuenta días de paro (sumando varios días de mayo, algunos días de junio y casi todo julio), con movilización de 2.500 trabajadores en medio de una pandemia, y una fuerte convicción de lucha, sostenida desde la cabeza de la UTA Rosario, lo que permitió que se llegara a un acuerdo con el Estado municipal para el pago de los salarios de los choferes.

Resulta que este paro de los conductores de los colectivos urbanos es histórico, ya que marca un récord en cuanto a tiempo, dato que no es para nada alegre; por un lado casi tres mil trabajadores estuvieron sin percibir la totalidad de su salario, y por otro lado, los trabajadores de los diferentes sectores estuvieron sin el servicio de movilidad pública.

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El referente del gremio que nuclea a los choferes, Sergio Copello, brindó una entrevista a Conclusión donde explicó los motivos de la medida de fuerza y reflexionó sobre lo que significó para Rosario un paro de semejante magnitud.

– Copello, 56 días de paro de la UTA, ¿qué puede decir al respecto?

– En principio que lamentablemente vamos a quedar con ese dato estadístico sobre la cantidad de días, porque desde el 11 de mayo que fue la primera etapa de los 23 días, independientemente que fuera el cobro del salario había otras cuestiones detrás que, con el transcurrir de los días, fueron apareciendo, como fue el intento de la rebaja salarial, como fue el achicar costos con los puestos de trabajo. Eso hizo que el 28 de mayo hiciéramos esa marcha donde los trabajadores y trabajadoras del transporte, apoyaron plenamente con un gran trabajo de base, con un gran trabajo de los compañeros y con un mensaje desde la organización que lo hacía convocante y que creyeran en ello.

– La decisiones fueron siempre en asamblea…

– La medida siempre, algún grupo la fue pidiendo, tendríamos que hacer esto, tendríamos que hacer aquello. Nosotros -y en particular- somos de los que pensamos que tenemos que estar al frente como dirigentes y no irnos a parar cuando ya la gente nos desbordó. Y en ese marco fue que, con chicos jóvenes que no habían tenido luchas anteriores, le inculcamos, le contagiamos la camisa celeste y todos se la pusieron para ir a manifestarnos a la calle en medio del coronavirus.

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– Una situación atravesada por una pandemia.

– Por eso, había que tomarla a la decisión, son tiempo de decisiones difíciles. En esta segunda oportunidad no lo quise hacer por el gran riesgo de contagio y pudimos llevar a un acuerdo, ya no estaba en juego otras cosas. No me queda más que agradecerle a los compañeros por el apoyo.

– ¿El gremio contuvo a los trabajadores en este etapa?

– Sí siempre, desde la cuestiones de obra social, un montón de cosas. Pero también, en este momento de reflexión, nosotros veníamos del fallecimiento del secretario general, un golpe durísimo que fue el 3 de mayo después de 32 años, al cual tuve la oportunidad de acompañar durante muchísimos años, desde el año 88 y desde el 2007 como adjunto, encima que estábamos dolidos por eso, vienen a arremeternos con la cuestión salarial.

– ¿Estaba la mística del antiguo secretario general en la lucha?

– Indudablemente nos dejó un legado, pero obviamente hay que llevarlo adelante. Hay que sostenerlo, pero está en los intérpretes y en la forma.

– ¿Fue un momento que les sirvió para la organización sindical?

– El compañero Manuel (Cornejo, ex titular de la UTA Rosario) tenía un método y ese mismo método lo hicimos más cercano a los compañeros de menor edad o a los delegados, que ahora nos dicen que se sienten parte, porque logramos que el mensaje llegue y que cada uno se sienta parte de esta lucha, participando en las asambleas, participando en las movilizaciones, debatiendo con los compañeros.

– Con esta medida, se afectaron otros sectores de trabajadores…

– Otras luchas que hemos tenido nunca han sido tan largas y eso se fue potenciando día a día. La gran mayoría de los trabajadores de otras actividades entendían y apoyaban y el que no, la aguantaba. Después había grupos que, sobre todo en redes sociales, respondían a algún tipo de interés sectorial o que no podían viajar, y en ese caso, el transporte es para los servicios esenciales, no es para cualquiera y te hacían el planteo desde la exclusión de la actividad esencial.

– En redes sociales, se promovía que el servicio funcionara pero sin cobrar el boleto. ¿Qué opina?

– Ese es un planteo de muchísimos años. En algún momento alguna seccional lo quiso hacer y quedaron todos procesados. Nosotros en el salario tenemos un ítem que es quebranto de caja que viene de arrastre de cuando se cobraba boleto, a la tarjeta magnética que es el control de la cancelación. Quedaríamos muy expuestos y habría en el medio una cuestión del seguro del pasajero.

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– ¿Que reflexión hace sobre estos días de paro? ¿Que vislumbra de aquí a futuro?

– Que nos afectó porque los compañeros en algunos casos no tenían para comer, y tuvieron que buscar otra actividad, hacer delivery, vender empanadas. A uno como dirigente, como responsable, no le gusta, lo siente y siente esa carga. Ahora lo que queda está muy atado a las decisiones económicas de la Nación, si va a enviar esos fondos, a lo que se pueda recaudar.

– Hay incertidumbre a futuro…

– Yo no creo que se haya terminado nada. Tenemos que estar muy expectante. Se logró descomprimir una situación, que los compañeros cobraran y ver si podemos ir avanzando en cuanto a los cobros, en la medida que la Municipalidad, la Provincia y la Nación sigan cumpliendo.

– ¿Quien debe hacerse cargo para que el servicio funcione normalmente?

–  Las tres partes. No se le puede pedir todo a la Nación y tampoco se le puede pedir todo a la Provincia. Hay que colaborar. Y también los empresarios, ellos en algún punto pasaron a ser veedores. No eran parte. Eran espectadores de lujo. Los empresarios, si no pueden hacerse cargo de lo que han ganado en mucho tiempo, tendrán que pagar las consecuencias.