Durante el debate presidencial realizado el domingo pasado, en una de sus intervenciones sobre la consigna Memoria, Verdad y Justicia, el candidato a presidente por «La Libertad Avanza», Javier Milei utilizó la frase «no fueron 30.000 los desaparecidos, sino 8.753». Esto que desató la crítica de los organismos de Derechos Humanos y el repudio de gran parte de la sociedad.

Dentro de ese marco, el referente de La Libertad Avanza, tambien dijo que «en los ´70 hubo una guerra y en esa guerra las fuerzas del Estado cometieron excesos, pero tambien los montoneros cometieron crimenes de lesa humanidad».

En ese sentido, desde el Museo de la Memoria de Rosario, Lucas Massuco director de la entidad, explicó que «el número 30.000 es la bandera histórica de víctimas, sobrevivientes, familiares y militantes de los Derechos Humanos, de los movimientos de Derechos Humanos, es la bandera histórica del pueblo argentino que fue construido poco a poco, es un número abierto, es un número que reclama al Estado por verdad y justicia. No es una responsabilidad de las víctimas establecer ese número, sino que es un número también construido históricamente y políticamente, incluso con documentos desclasificados por la propia dictadura».

Al respecto de la última afirmación, el politólogo explicó que «en el año ´78, si no recuerdo mal, la dictadura en un cable de información enviado desde Argentina a Estados Unidos, admitió 22.000 víctimas de su represión. Digo año ´78, 22.000 víctimas. Luego vino la CONADEP, estableció un número, pero es un número de denuncias recibidas, no es un número de verdad cerrado. Y además está bien marcar la diferencia entre quién tiene la responsabilidad de establecer el número».

Massuco pone en relevancia la cuestión de responsabilidad y apunta al discurso de La Libertad Avanza: «El número es un número abierto, el número no es responsabilidad de las víctimas, el número lo saben los perpetradores. Y que utilicen el número, entre comillas, de la CONADEP, es una chicana más, es un artilugio más para no lograr memoria de orden y justicia, justamente todo lo contrario».

«Fue un genocidio»

Al ser consultado por Conclusión sobre la afirmación de Milei de que la dictadura «fue una guerra», el director del Museo de la Memoria define al proceso militar ocurrido en la década del 70 como un «genocidio».

«No fue una guerra porque fue un genocidio, en realidad. Fue la represión sistemática en todo el territorio del país, en todos los ámbitos de la vida social, por parte de una dictadura de las 3 fuerzas armadas, con complicidad civil de los empresarios, con complicidad civil de los medios masivos de comunicación y de la iglesia argentina que buscaron legitimar y tapar ese proceso. Fue un genocidio contra el pueblo trabajador, contra los trabajadores organizados reclamando por mejores condiciones de trabajo, reclamando por justicia social, reclamando por más equidad en la economía», sostuvo.

Y recalcó que «los delitos que haya habido desde algunos sectores de la sociedad, jamás, nunca, se los puede equiparar con los delitos del Estado, porque hemos creado el Estado como pueblo para protegernos justamente, no para aniquilarnos. Y eso fue lo que hizo el Estado argentino entre 1976 y 1983″.

Massuco apuntó directamente contra el discurso de Javier Milei, previamente utilizado por Victoria Villaroel en el debate de candidatos a la vicepresidencia, y explicó que a través de estos argumentos «reivindican un genocidio de forma tramposa, justamente, transversando la realidad de lo que pasó, mintiendo sobre el pasado histórico y ocultando a través, atrás, mejor dicho, algunos slogans de muy corto plazo, la realidad de querer reivindicar la impunidad para los militares involucrados en los delitos de deshumanidad, la impunidad para los empresarios involucrados en los delitos de deshumanidad, que entregaron listas de trabajadores, que prestaron instalación de fábricas para matar y desaparecer a sus propios empleados».

En las últimas elecciones, las urnas han demostrado que gran parte de comunidad votante acepta, de alguna manera, las expresiones de candidatos que intentan modificar datos y reivindicaciones llevadas adelante por los organismos de Derechos Humanos.

Al respecto, Massuco concluyó: «yo quiero creer que la sociedad no escuchó ese mensaje, sino que está, en realidad, expresando un malestar, una necesidad de mejora en su día a día, y que estas trampas que están planteando Villaroel y Milei, las están aprovechando. Lo claro que tenemos que hacer nosotros desde los movimientos de derechos humanos, desde las políticas de memoria, como es esta del Estado Municipal, es marcar las fronteras que han construido nuestra democracia, marcar de vuelta el nunca más y ser partícipes y reclamar agendas de futuro para todos los demás sectores de la democracia argentina que no han pasado de esa frontera de reivindicar la dictadura, pero con eso no alcanza, claramente. Necesitamos vivir mejor, necesitamos propuestas de futuro.