Por Graciana Petrone

“Una historia en movimiento: las luchas por los derechos humanos en Rosario (1968- 1985)” es el nombre del libro que la becaria del Conicet Marianela Scocco presentará este sábado a las 18 en el Museo de la Memoria, de Córdoba y Moreno. Se trata de un arduo trabajo de investigación sobre la gestación, desarrollo y accionar de los organismos de derechos humanos en Rosario, labor que le llevó casi un lustro, con la tutela de la reconocida académica Gabriela Águila.

En diálogo con Conclusión, la autora contó sobre la producción y el tema que convoca, a sólo días de celebrarse el Día por la Memoria, la Verdad y la Justicia, y a 46 años del golpe cívico militar. En la presentación acompañarán a Scocco Águila y Lila Gianeloni.

—En tu libro partís de la base que el registro histórico del pasado reciente está sesgado por una visión cosmopolita, desde Buenos Aires hacia el interior…

—Siempre se asocia a las Madres con Hebe de Bonafini e incluso no se toman otras experiencias en la misma capital del país como son Madres Línea Fundadora. La mayoría de las veces la voz de la Asociación de las Madres de Plaza de Mayo es a través de Hebe y, sobre todo, las críticas a las Madres están sesgadas desde ese lugar. Por eso nos hemos encargado siempre de decir que acá tuvieron otra postura política, que asumieron formas de hacer que las diferenciaban de Buenos Aires.

—¿Qué pasó con los organismos de Derechos Humanos?

—Lo mismo pasa con otros movimientos de Derechos Humanos que, si bien tiene una vinculación muy importante, sobre todo los que se forman a partir de la última dictadura militar: son filiales, en principio, y su casa central es en Buenos Aires, pero acá van a tomar un accionar diferente, se van a tomar decisiones políticas y repertorios de acción distintos que se van a diferenciar de lo actuado en Buenos Aires.

—¿Cuáles son esas diferencias?

—Lo que más advierto es el trabajo siempre en conjunto que realizan en Rosario todos los organismos. De hecho, una de las dificultades para la investigación fue reconstruir el perfil de cada uno porque para el afuera, y en todas las actividades públicas que realizaban, siempre se presentaban en conjunto. Muchos documentos que pude consultar, correspondencia que enviaban a los medios de comunicación o a las autoridades las hacían en conjunto. Cuando terminan de conformarse todos los organismos, sellaban individualmente, porque está el sello de cada uno, pero toda esa actividad la hacen en conjunto. Es una diferencia fundamental porque en Buenos Aires los organismos tuvieron un perfil bien definido, incluso hasta opuesto. Eso no quiere decir que acá no haya habido diferencias, eso lo destaco en el libro.

—¿La militancia en conjunto se dio por características particulares de Rosario?

—No es lo miso militar en una ciudad más chica Rosario en donde es necesario concentrar todas las fuerzas en una misma actividad, sobre todo en dictadura cuando eran muy pocos los que participaban y por otro lado es que estas militantes participan desde el mismo espacio de militancia y sociabilidad y cuando decimos comúnmente que en Rosario nos conocemos todos. Pasaba también con los organismos de Derechos Humanos, por lo que resulta impensado que se realice alguna actividad y que el otro no vaya.

—¿Hubo casos en que no hicieron actividades en conjunto?

—El caso en el que efectivamente no fueron algunos de los organismos fue para plantear concretamente la oposición a determinada actividad. Es paradigmática para las Madres que no participan del acto de entrega del informe de Conadep ni en apoyo al Juicio a las Juntas. Ahí ya en sintonía con la Asociación Madres de Plaza de Mayo de Buenos Aires. Lo hacen para que quede demostrada su oposición. Todas las otras actividades y denuncias por pedido de Justicia las van a hacer en forma conjunta todos los organismos.

—¿Cuándo se empieza a escribir formalmente en Rosario sobre la dictadura?

—Las publicaciones en Rosario sobre la dictadura son relativamente recientes. En Buenos Aires se empezó a escribir sobre ello, incluso en Córdoba también y, sin embargo, acá no se escribía. Un poco esa mirada porteñocéntrica como digo yo, quizás porque empezaron primero. Lo que puedo rastrear con respecto a la dictadura es que uno de los pioneros fue Carlos del Frade que en los 90 comienza a escribir y publicar notas sobre el tema dentro del ámbito periodístico. Con respecto a lo académico es Gabriela Águila que publica su libro sobre la dictadura recién en 2008. Pasaron 30 años de la dictadura para que en Rosario recién se publicara un libro académico, con una investigación rigurosa.

—¿Cuál fue el material que utilizaste para tu trabajo?

—Utilizo las entrevistas, pero también tengo un gran soporte documental que tiene que ver con haber podido consultar una gran cantidad de documentación interna. Esto es un problema porque los organismos no tienen u archivo como tal, sino que algunas personas fueron guardando algunos papeles. Por ejemplo, la APDH lo donó al Museo de la Memoria. Cuando yo los consulté todavía no estaban y me lo facilitó Norma Ríos a quien le agradezco y a muchas otras accedí en las casas de los entrevistados que aún las conservan. Al mismo tiempo tampoco producían la misma cantidad de información. Al ser organizaciones que operaban de manera más informal, que no eran como Madres de Plaza de Mayo que hacían asambleas, con un acta y quedaba registrado. Lo que pude rastrear fue correspondencias, solicitadas y/o petitorios que hacían a las autoridades y que encuentro la copia que se reservaban.

—¿Y el acceso al material documental?

—En el archivo de la Memoria que está en Santa Fe. Tiene un servicio de inteligencia que se llamaba Dirección General de Informaciones y que dependía del gobierno de la provincia. Durante 1977, 1978 y 1979 la documentación con la que cuento son los partes de la Policía. Es llamativo el seguimiento que le hacían a familiares y amigos de militantes. Lo que  me permiten esos partes es ponerle fecha a algunas actividades que en la memoria los entrevistados no pueden citar. Es paradójico que esa actividad que llevaban a cabo los servicios de inteligencia para perseguir y reprimir, en todo caso ocultar esas actividades de los organismos, con el tiempo me permite rastrear y reconstruir las actividades que, de otra manera, me hubiera sido imposible hacerlo.

 

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