Opinión- Por Matias Colagioia

El filósofo inglés David Hume en su desarrollo de la teoría empirista exponía “Todo el mundo admitirá de buen grado que hay una diferencia considerable entre las percepciones de la mente cuando un hombre siente el dolor por un excesivo calor o el placer que produce una moderada calidez, y cuando posteriormente trae a su memoria esta sensación o la anticipa gracias a su imaginación. Estas facultades pueden remedar o copiar las percepciones de los sentidos, pero nunca podrán alcanzar completamente la fuerza y vivacidad de la experiencia original”. Si yo les digo que en la Argentina de hoy por hoy hay hambre, hay gente que revuelve la basura para comer, no les cuento nada que lamentablemente no sepan. Se les acongojará el corazón si son personas de bien y lamentarán, como yo, la triste realidad que nos toca vivir. El otro día sacando la basura de mi casa voy hasta el conteiner donde siempre la tiro. Cuando llego, veo una familia, un hombre muy joven, dos mujeres muy jóvenes también y tres chiquitos. El hombre y una de las mujeres metidos dentro del conteiner revolviendo la basura mientras otra esperaba afuera con los tres chicos. Si, muchas veces había visto la trágica imagen desde la ventanilla de un colectivo o un auto, también desde la tv. Pero esta vez estaba ahí en persona tirando los desechos de mi casa, y ellos haciéndome un lugar para que yo tire la basura. Me sentí cómplice y “beneficiario” de un mundo atroz ¿Que méritos había hecho yo, que ellos no, en la vida para no tener que vivir comiendo de la basura?

La experiencia me quedó dando vueltas por la cabeza durante varios días y me es necesario estructurar la experiencia con los conocimientos teóricos o de datos que uno tiene sobre la destrucción que estamos viviendo. Intenté entender porque esta experiencia mía me había conmovido tanto. He estado en villas, en cárceles, en hospitales acompañando otras facetas del sufrimiento humano, pero esto era distinto ¿Por qué? Entendí luego que esto era distinto por un factor central, mas allá de muchos otros, y ese factor central es que estamos haciendo sociedades donde les hacemos creer a otros seres humanos que son subhumanos que deben buscar entre la mierda de otros. Entre sus desechos. Que subsistan con la putrefacción de los demás. Ustedes como esta basura usada, consumida y desechada sobran. Esa es la reproducción ideológica que aceptamos todo el tiempo. Fíjense que desde que la producción de alimentos empezó a aumentar en la tierra, había conflictos de clase, pobreza, opresiones de todo tipo, indignidad, pero no era un fenómeno masivo que grandes masas humanas comieran y buscaran subsistencia de las sobras de confort de otras (si aunque esos otros sean seres totalmente alienados al sistema y precarizados asustados con perderlo todo, todo el tiempo, así y todo “están” en el sistema… si es muy perverso) El sistema nos va preparando para que entendamos que esa gente “sobra” ¿Cómo se explica que en un planeta tierra donde se produce más alimentos que nunca en la historia de la humanidad, haya gente comiendo de la basura? Esa gente sobra según su perversa lógica. Y no, no es una interpretación literaria libre, así lo interpretan, por eso promueven gobiernos liberales en todo el mundo. Los financian, nos bombardean todo el tiempo.

Dejemos por unas líneas este análisis aquí, para retomarlo en breve. Pensemos que la humanidad se enfrenta a una revolución tecnológica comandada por la inteligencia artificial y la ingeniería genética, que nos llevará a un dilema muy serio en breve. El capital necesita cada vez menos trabajo para reproducirse. Este un hecho objetivo, inobjetable. No me animo a aventurar que el trabajo se va a terminar, pero si es evidente que con una tendencia imparable y en un vertiginoso aumento, el capital necesitara muchísimo, pero muchísimo menos trabajo para reproducirse de lo que necesito hasta ahora. Hay dos objeciones que se pueden hacer a este hecho histórico, a esta revolución tecnológica a la que estamos asistiendo.

1) La primera que acepta la realidad histórica pero nos asegura que la innovación creará nuevas oportunidades laborales como pasó con todas las revoluciones tecnológicas hasta la fecha.

Nos permitimos ser escépticos y sospechar connivencia con el capital concentrado del mundo para con quienes esgrimen esta tesis. El famoso ejemplo del fabricante de velas que quedó sin producción con la electricidad, nos parece hasta una falta de respeto a la inteligencia. Todos y cada uno de los inventos de las revoluciones tecnológicas anteriores necesitaban más manos obreras que antes, esto es una verdad de Perogrullo a esta altura, es el nacimiento histórico del proletariado como clase. Para fabricar autos en escala se necesitaban muchísimas más manos que para criar y mantener caballos y así con lo que quieran.
Y esto sin contar el desarrollo hiperveloz de la inteligencia artificial y los sistemas de algoritmos.

2) La objeción que toma el hecho histórico pero se plantea con mucha razón que en un mundo donde se necesita cada vez menos trabajo caería el consumo poniendo en jaque al sistema capitalista en sí mismo, lo que sería desastroso para las grandes corporaciones parasitarias de este sistema, nos parece una objeción más interesante y que abre la puerta a muchos más debates.

No quiero extenderme demasiado en el análisis pero hay algo que nos estamos olvidando que es la sustentabilidad ecológica. Tengo la sensación de que los pequeños círculos que diagraman las políticas económicas y políticas que sigue el mundo, lo que muchas veces hoy por hoy se denomina, capital financiero, considera que hay gente que sobra. Que para mantener el consumo superfluo y hedonista, el obsceno modo de vida utilitarista que nos imponen desde los medios de comunicación (y los medios de comunicación no son solo los canales de tv, es todo el aparato comunicacional, son los mantras que desde los centros de poder inundan nuestras redes sociales, son las series y películas como reproductores de cultura, etc) como sinónimo de éxito social, para todo eso y teniendo en cuenta que ya no se necesita tanto para producir, hay gente que directamente sobra. Y si sobra hay que reducir el exceso, suena triste pero es así. Por ende no está en juego el sistema en sí mismo ya que los que lo gestionan no se van a suicidar. Lo que está en juego es para cuentas personas y en qué condiciones.

Es en base a esto que permanentemente vemos una mercantilización de la vida. Llama poderosamente la atención que desde sectores que se presentan como contestatarios, como defensores de la libertad humana se reproduzcan slogans que no hacen más que reforzar una concepción mercantilista y hedonista de la vida.

Parece que como afirma el pensador ruso Alksander Dugin “Hoy en el mundo podemos ser liberales de izquierda o de derecha. Incluso, en algunos casos, podemos ser liberales de extrema izquierda, como el AntiFa norteamericano. O la extrema derecha liberal, como los ucranianos nacional-socialistas que luchan contra los rusos, que están a favor del liberalismo occidental. En definitiva, podemos ser liberales de cualquier sesgo pero no somos libres de no ser liberales”

Para ir concluyendo voy a permitirme la licencia de no ser liberal y traer a uno de los líderes políticos más importantes de la actualidad a nivel internacional. A alguien que nos incita que pensemos en estos temas todo el tiempo en una posición casi de vanguardia. Me refiero al Papa Francisco, que nos habla de la cultura del descarte. Entendamos el mundo en el que vivimos y el mundo al que vamos, y comprendamos que en líneas generales su postura es de vanguardia. Nos está diciendo que para los círculos de poder cada vez más gente sobra, que reaccionemos frente a esta problemática, que no permitamos a esta ideología antihumana y suicida permitir que nos devore. Que no seamos pasivos espectadores de una realidad que tiene caídos de toda posibilidad a nuetros hermanos y los obliga a revolver entre la basura, mientras nos desactivan nuestro mejor tesoro que es la fuerza transformadora de la juventud poniéndola al servicio de la autodestrucción hedonista. Pero claro, ya sea uno liberal de izquierda o de derecha, esto cae mal. Los intereses de quienes los formaron cultural y económicamente son otros.

Para ir concluyendo y le pese a quien le pese, hoy y en el futuro previsible, la verdadera lucha se dará entre los que están a favor de la inclusión y la vida de los pueblos, los que renieguen de los modelos y valores hedonistas y autodestructivos que propone este liberalismo económico y cultural que trabaja para las elites de los poderosos a nivel internacional y los que a sabiendas o en la ignorancia sean reproductores de un sistema que consagra la vida humana ante el altar del hedonismo mercantilista en su faz cultural o económica, que son absolutamente complementarias. Si realmente queremos combatir frente a los poderosos, nuestra única preocupación debe ser como hacemos para lograr la soberanía necesaria como país y región para que en nuestras tierras que producen alimento ningún ser humano sienta y viva la indignidad de vivir entre la basura de los otros, donde nadie sobre. Esa es hoy la discusión, esa es la batalla. Estemos a la altura o aceptemos un futuro donde una inmensa minoría disfrute un bienestar nunca antes visto producto del desarrollo de la humanidad mientras grandísimas minorías peleamos por subsistir en condiciones de indignidad terribles.

Soy un esperanzado, demos la pelea por la vida y la dignidad humana, sé que la historia es nuestra.