Por Ricardo Alonso

De un volantazo, el gobernador de Santa Fe dio vuelta el escenario armado en torno al conflicto generado por la empresa Vicentin. Omar Perotti recurrió a la posición que más conoce y en la que más firmemente cree: La del equilibrio. En este caso entre el largo y costoso (políticamente hablando) camino hacia la expropiación; y la decisión del juez de Reconquista de restituir la empresa a sus dueños originales, los mismos que están siendo investigados por maniobras fraudulentas y lavado de activos.

“En este negocio, el que pierde la confianza está afuera”, dijo el gobernador para dejar en claro que no hay ningún horizonte en el que los dueños de la megaempresa puedan continuar administrándola. Y lo dijo después de varias reuniones con chacareros federados de toda la provincia y de una gran región que -obvio- sabían desde hace rato que el monstruo de Avellaneda iba a tumbar la chata en cualquier momento.

Encuestas y números en el Congreso nacional terminaron por delinear la cancha en la que se jugaría el partido.

Hay un dato que no se dimensiona demasiado pero que pinta la situación de una manera muy clara: mientras Vicentin logró que el Banco Nación le prestara 300 millones de dólares, muy por encima de sus posibilidades, los dueños de la principal cuenta de ese banco miraban con sospecha el futuro. Los productores nucleados en AFA, son esa cuenta principal del banco de los argentinos. Son los mismos que no se dejaron tentar por los cantos de sirenas de Vicentin, que ofrecía tentadores precios en los que sí creyeron los más de 2.600 productores que hoy hacen cola en la ventanilla de cobro.

Perotti es de esas filas. De los que desconfían de la timba financiera y apuestan a la producción y el trabajo. Es lo que más conoce. Por algo le dicen Gringo, es lo que vio toda su vida y es el lenguaje más natural para su formación.

Con todo, el gobernador respaldó desde el principio la decisión del presidente Alberto Fernández de ir por la expropiación. Pero sabía que las tensiones detrás de esta medida tendrían impacto social y político. No se equivocó: marchas, bocinazos y cacerolas marcaron el ritmo de la decisión en la provincia y en el país. Encuestas y números en el Congreso nacional terminaron por delinear la cancha en la que se jugaría el partido. Ahí es donde el presidente demora el envío del proyecto de expropiación de la empresa cerealera y advierte que está dispuesto a escuchar alternativas. Perotti no demoró en buscarlas entre los productores santafesinos y una forma jurídica que sacara a los titulares de Vicentin pero a la vez administrando la firma para cumplir con los acreedores desde una intervención que despejara dudas sobre una futura expropiación. Lo que ya se dijo, el justo medio.

Claro que esta posibilidad no conforma a los que entienden –con razones sobradas- que Vicentin es un grupo especulativo que fugó capitales, perjudicó a miles de productores y puso en jaque al principal banco público del país. Todo esto de la mano de un gobierno como el de Mauricio Macri que alentó estas maniobras y tuvo en la cerealera un aliado político inigualable. Y estas cosas sucedieron delante de las narices de todos, también y principalmente de santafesinos y rosarinos en particular: Vicentin a través de uno de sus responsables, Alberto Padoan, transformó a la Bolsa de Comercio de Rosario en un comité de Cambiemos. Y hasta soñó con un candidato a gobernador propio como era el CEO de Vicentín Gustavo Nardelli, impulsado también por la Fundación Libertad. Todo era demasiado obsceno y como lo dijo públicamente el periodista Oscar Bertone, algún día la Bolsa de Comercio de Rosario que ya cumplió los 130 años, tendrá que preguntarse cómo fue que permitió que todo esto pasara. Nunca en toda su historia la institución vivió semejante bochorno, aunque claro está que siempre defendió los intereses de su sector con una orientación política bien determinada.

La soja ya no es un grano sino un activo financiero. 

Pero lo político no se entiende sin sopesar el sobregiro de los últimos años del capitalismo financiero que en Argentina encontró su orientación política en el macrismo: la soja ya no es un grano sino un activo financiero. Por eso hay toneladas y toneladas que hacen variados negocios, muchas veces sin moverse.

La decisión política del gobernador Perotti de llevarle la nueva propuesta al presidente Alberto Fernández, se daba en el mismo momento en el que en la Cámara de Diputados de Santa Fe Maximiliano Pullaro vociferaba desde su banca en contra del gobernador y su rol en el conflicto de Vicentin. El diputado del Frente Progresista reclamaba más participación de la provincia mientras el Ejecutivo provincial ya tenía lista la propuesta de la Inspección General de Personas Jurídicas de Santa Fe: nombrar una intervención de la empresa mientras dure el concurso, compuesta por los dos interventores que ya había designado el Ejecutivo nacional mediante el DNU de intervención; y agregar un representante santafesino.

Nunca se conoció la posición sobre el tema Vicentin del jefe de la oposición santafesina. Para aquellos que se gastan el dedo apuntando a dirigentes para que se la “jueguen” en sus posiciones, Miguel Lifschitz no tuvo aún nada para decir acerca del principal conflicto que hoy atraviesa Santa Fe además de la pandemia. Y no es lo mismo que hayan hablado sus diputados o representantes orgánicos del Partido Socialista.

De todos modos, el proceso recién empieza. Ya lo dijo el presidente Fernández: si no prospera el camino alternativo que propuso Perotti, “no me van a dejar otra opción que la expropiación”.