Por Hugo March

Primero aclaración: No me refiero a ellos como personas ni a lo que hacen, sino a qué y a quienes representan. Segunda aclaración: No aludo al fútbol como el juego deportivo colectivo más hermoso que haya inventado el hombre, sino al fútbol profesional del Siglo XXI.

Aclarado lo precedente, debo decir que hay ciertas circunstancias ante las cuales los seres humanos actuamos en forma totalmente intrascendente, e importamos al actual sistema única y exclusivamente en la medida en que somos funcionales a determinados proyectos de poder, y es allí donde me planteo que estas dos figuras emblemáticas pueden tener muchos más elementos en común de los que a primera vista se pueden observar.

A quién representa el Presidente de la Nación es absolutamente obvio y casi innecesario mencionar, como todos los presidentes actuales del mundo (salvo raras y contadísimas excepciones en la cual cada uno incluirá la que considere adecuada de acuerdo a sus convicciones políticas), representan a un capital transnacional que supera todo tipo de fronteras, países y poderes gubernamentales políticos locales, desde que ha sucedido un hecho innegable y a veces desapercibido: La absoluta separación imperante entre el Poder Político y el Poder Económico, resultando también visible a todas luces quien de ellos tiene la verdadera manija de las decisiones: La economía.

Es éste el verdadero poder entre las sombras que decide la persona que será el próximo mandatario, aunque nosotros pensemos quien elegimos, por el sólo hecho de votar, hecho que a poco de desmenuzar cae por su propio peso. El año pasado hemos sido testigos de una campaña presidencial plagada de estrategias de marketing, slogans vacíos de contenido  y promesas incumplibles, que se están comprobando a poco de andar, y que inclinaron la balanza, ya sabemos de qué manera.

En lo atinente al fútbol profesional, el tema que aparece como algo un poco más sutil, en el fondo termina convergiendo en idéntico punto, su funcionalidad al mismo Poder Económico que gobierna actualmente el mundo casi en su totalidad.

Y no hay que ser muy bicho ni ningún especialista para llegar a esta conclusión, producto de la respuesta de algunas elementales preguntas: ¿De donde salen los millones de Euros que lo financian?, ¿Cuánto dinero produce cada gol que el genio futbolístico argentino produce?, y lo más importante ¿Cuál es el origen de todos esos millones? Basta con ver innumerables hoteles 5 estrellas que casi siempre están completamente vacíos, monumentales estaciones de servicio donde lo único que funciona es el bar y aerolíneas internacionales que funcionan sin pasajeros, para tener una somera idea.

El tema es mucho más elemental de lo que parece, el dinero puede bien surgir de actividades internacionales de Lavado de Dinero espurio, que en su mayor parte puede provenir del tráfico de drogas, armas, personas, órganos, y un sinnúmero de etc., y quienes viven de éste fútbol profesional no pueden ignorarlo, incluyendo a la prensa “especializada”. ¿Nunca se preguntaron de donde viene el cuantioso dinero que cobran?, y hablan por los medios con una solemnidad como si se tratara del último descubrimiento científico. Indignación provocan, pero ellos no conocen la vergüenza.

Por lo tanto, a lo mejor es el momento de plantearnos o re plantearnos hasta que punto contribuimos con la inocente conducta de agitar una bandera con el color de nuestra divisa futbolística, y pensar si no es mucho más efectivo que llevemos a nuestros niños a que disfruten de este maravilloso deporte en el club de su barrio.

Es el aporte sencillo que podemos hacer cada uno de nosotros para terminar con esta inmoralidad, junto a nuestro compromiso cívico de pensar y repensar a quién le otorgamos nuestro voto al momento de sufragar, para dejar de seguir guiados por la actual cofradía política eternizada en los estamentos del Estado, utilizado con la única voluntad de trepar en la escala jerárquica, ya que no existe ninguna prueba de idoneidad que fundamente su permanencia, cuando no están sometidos directamente a causas judiciales en trámite, y nosotros, como si nada ocurriera.

Es decir, al final Macri y Messí terminan siendo instrumentos similares y funcionales al mismo poder internacional, sólo que el 10 más famoso del mundo tiene una magistral habilidad en sus piernas, que nos hace olvidar y perder de vista quienes están atrás de cada millón de Euros que se mueve en este negocio, en el que probablemente también haya movimiento de dolor y de sangre.