El mismo día del inicio de la X Cumbre de los BRICS en Johannesburgo, el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude-Juncker, claudicó ante las exigencias del presidente Trump, quien tenía más bien en la mira intensificar su guerra comercial contra China y, de paso, contra Rusia. Junker exclamó que EEUU y Europa «no eran enemigos, sino amigos».

Después del acuerdo histórico de Europa y Japón, no era nada improbable el acuerdo de Trump y Europa.

The Washington Post juzga que detrás de la desescalada comercial de Trump contra Europa pesaron las súplicas de los líderes del Partido Republicano en el Congreso de cara a las cruciales elecciones intermedias de noviembre. Trump retrocedió en sus «tres principales prioridades» con el fin de salvar las mayorías de su partido:

  • La desescalada de su guerra comercial impopular, que ha afectado a la base de sus electores, en especial a los agricultores.
  • Su silencio sobre la construcción de la tercera parte del muro con México.
  • El diferimiento para el año entrante de la invitación del presidente Putin a la Casa Blanca, que había sido pensada para este otoño.

El portal alemán Deutsche Welle reporta que el presidente galo, Emmanuel Macron, «rechaza un acuerdo comercial Europa-EE.UU. por el contexto», que carece de «equilibrio y reciprocidad».

Mientras los alemanes están felices por haber pospuesto los impuestos a su poderosa industria automotriz —la gran beneficiada del arreglo asimétrico entre Juncker y Trump—, Macron recalcó que «ningún gran acuerdo puede condicionar los estándares europeos en materia de agricultura, sanidad o medio ambiente», porque son «el principio de la Europa soberana», por lo que «no se puede firmar [un acuerdo] con potencias que no respetan estas obligaciones».
Juncker cedió demasiado en dos renglones que quizá no pueda cumplir pero que le han dado municiones propagandísticas a Trump, mientras que EE.UU. cedió en forma insulsa sobre la «reforma a la OMC».

En la cuestión agrícola, Europa no es una gran consumidora de soya, a diferencia de China, que ahora ha suplido sus previas compras a EE.UU. por importaciones de Brasil.

La concesión en el tema agrícola ha molestado a Francia.
La otra concesión de Juncker para importar «masivamente» gas licuado de EE.UU. ya se podía esperar desde que Trump criticó el sometimiento de Alemania al gas ruso por haber adoptado el Nord Stream 2.

Una cosa es que Juncker haya prometido construir un mayor número de terminales en Europa para la importación del gas licuado estadunidense y otra es que esto sea viable, ya que el gas ruso, por su localización, es mucho más barato.

A juicio del británico Edward Luce, del The Financial Times (26.07.18), «existen tres fuerzas que conspiran para empeorar las relaciones de EEUU y China»:

  • La política: las elecciones intermedias de noviembre cuando Trump explotará el «miedo a China»
  • La geopolítica: en momentos de alta tensión militar en Oriente Medio, «China está en el lado equivocado frente a la política de Trump contra Irán», cuando para «la mayoría de empresas europeas, el dolor de perder los negocios con EEUU supera de lejos cualquier prospecto de ganancia en Irán», hoy apoyado por China.
  • La inflexibilidad china.

Sarah Zheng, del portal SCMP, con sede en Hong Kong y vinculado a la trasnacional china Ali Baba, deduce que Trump «volteará todo el fuego de guerra comercial contra China después de su arreglo con la Unión Europea para suspender las tarifas».

Zheng aduce que Trump «se enfocará en China en su escalada de guerra comercial con US$200,000 millones de impuestos adicionales a los productos chinos en agosto», cuando EEUU y Europa comparten agravios contra China en referencia a la propiedad intelectual y a la transferencia de tecnología. Europa y EEUU tienen pánico de las políticas industriales de ‘Hecho en China 2025’ que le darán un salto descomunal como «superpotencia tecnológica».
En realidad, detrás de toda la guerra comercial de Trump contra China está el objetivo de detener, sino dislocar, el gran proyecto tecnológico ‘Hecho en China 2025’.

En uno de sus letales tuits Trump insistió en que China obtuvo US$517,000 millones de EEUU el año pasado y que el haber golpeado a los agricultores de EEUU fue un golpe bajo.

El portal oficioso del Gobierno chino, Global Times, aborda en su editorial las «implicaciones para China de la tregua comercial de EEUU y Europa».
El compromiso entre Washington y Bruselas -que también ha sido calificado de «desescalada», «armisticio», «cese al fuego» y «tregua»-, «no resuelve completamente sus problemas» ya que «será un inmenso desafío realizar las tarifas cero entre los dos» cuando el «consenso será difícil de conseguir dentro de Europa y Trump probablemente romperá su palabra de nuevo».

El rotativo aborda un escenario en el que, después del acuerdo de Europa con Japón, también EEUU y Europa vayan en la dirección de una «zona comercial de tarifa cero» en cuyo caso «China será forzada a reducir sus impuestos a las importaciones» y «Beijing tendrá dificultades para expandir sus lazos comerciales con otros países».

China no se hizo la ilusión de una alianza con Europa en contra de EEUU, ya que Washington y Bruselas han sido aliados desde la Segunda Guerra Mundial, y concluye que «pese a todas las presiones de Washington, China no claudicará».
El rotativo del Ejército chino, People’s Daily, arguye que la «guerra comercial está causando un impacto real en la economía de EEUU». Por lo pronto, el Departamento de Agricultura de EEUU adoptará un plan de emergencia por US$12,000 millones para ayudar a los agricultores golpeados por la guerra comercial.

Según el FMI, a pesar de la amenaza de los efectos colaterales de la guerra comercial, el desempeño económico de China obtiene una calificación positiva.

En la décima cumbre de los BRICS en Sudáfrica, escamoteada por los multimedia de ‘Occidente’, se generaron tres noticias relevantes:

El mandarín Xi urgió «a los miembros de los BRICS a profundizar la asociación estratégica y a abrirse a una segunda década dorada» para incrustarse en la «cuarta revolución industrial» en ciencia, tecnología, industria, inteligencia artificial, big data, información cuántica y biotecnología. Las pasadas revoluciones industriales fueron encabezadas por países desarrollados de Occidente, mientras que en esta ocasión los países en vías de desarrollo (que contribuyen al 80% del crecimiento económico mundial), en especial los BRICS, serán una parte inherente.
El zar Vlady Putin y el mandarín Xi «intercambiaron puntos de vista sobre la presente situación internacional».
El mandarín Xi expresó que «China impulsará una asociación de desarrollo mas estrecha con India».

Llama la atención que los mandatarios de India y China, las dos principales geoeconomías de los mercados emergentes, se hayan reunido «tres veces en tres meses» con el fin de «fortalecer su cooperación bilateral, mientras exploran un nuevo modelo de cooperación regional».

Europa —más Alemania que Francia— claudicó fácilmente cuando se había envalentonado asegurando que no negociaría con Trump teniendo un revólver en la sien.
Finalmente, Trump usa a Europa como carne de cañón para su guerra comercial contra Rusia mediante el gas licuado y contra China, de mayor envergadura, para impedir su asunción como nueva «superpotencia tecnológica» con su proyecto ‘Hecho en China 2025’.